ASOCIACIÓN Y COFRADÍA DEL ROSARIO SANTO DOMINGO EL REAL

Espacio dedicado a promover la devoción a la Virgen mediante la divulgación del rezo del Rosario, como medio de contemplar y meditar los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y asemejarnos a Él.


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domingo, 23 de julio de 2017

Liturgia de las horas

LITURGIA DE LAS HORAS CORRESPONDIENTE AL DOMINGO SEMANA IV DEL SALTERIO

LAUDES

HORAS INTERMEDIAS

VÍSPERAS

COMPLETAS

EL SANTO DEL DÍA

LECTIO DIVINA correspondiente al 16° domingo del tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: Sabiduría 12,13.16-19

13 Fuera de ti no hay otro Dios que cuide de todo, a quien tengas que demostrar que tus juicios no son injustos.

16 Porque tu fuerza es principio de justicia, y tu dominio sobre todo te hace indulgente con todos.

17 Despliegas tu fuerza cuando no se cree en tu poder y confundes la osadía de los que no lo conocen.

18 Pero, como dominas tu fuerza, juzgas con benignidad y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes utilizar tu poder cuando quieras.

19 Al actuar así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser compasivo y diste a tus hijos una dulce esperanza, porque, después del pecado, das lugar al arrepentimiento.

 

Después de contemplar y alabar la Sabiduría en si misma, el autor sagrado considera su intervención en la historia (cc. 10-19) y responde ahora a una pregunta implícita al contexto del que ha sido extraída esta perícopa: ¿por qué Dios no ha castigado a los enemigos de Israel —egipcios y cananeos- de modo drástico e inmediato? Y enseña como la Sabiduría que guía el actuar divino es mas sublime, magnánima y prudente que nuestros criterios. El Dios creador también es la eterna Providencia que cuida de cada criatura: ¿quién puede enjuiciar su proceder y acusarlo de injusto (v, I3)? Posee la plenitud de la fuerza (término clave que introduce los vv 16-18): nada teme, a diferencia de los poderosos de este mundo, ni ser abrumado, ni perder algo. El Señor actúa según la justicia, la bondad y la mansedumbre, <<dosificando>> la fuerza a los objetivos de una sabia pedagogía (vv 17.19ss). Todos los interrogantes sobre el actuar divino encuentran una misma respuesta: su amor por los hombres, la filantropía. Por amor sabe esperar nuestro arrepentimiento y nos enseña a amar (vv. 19ss) con su misma caridad, paciente y benigna (1 Cor 13,4).

 

Segunda lectura: Romanos 8,26-27

Hermanos:

26 El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no sabemos orar como es debido, y es el mismo Espíritu el que intercede por nosotros con gemidos inefables.

27 Por su parte, Dios, que examina los corazones, conoce el sentir de ese Espíritu, que intercede por los creyentes según su voluntad.

 

• El tiempo presente es un largo periodo de parto del que nacerá la creación nueva. Es el tiempo del gemido del cosmos y del hombre (vv. 22ss). Profundizando en la reflexión, Pablo afirma algo inaudito: Dios hace suyo el sufrimiento de la creación a través de su Espíritu, que lleva adelante este colosal embarazo desde el interior desde el corazón de los creyentes. El Espíritu Santo transforma cada dolor espera y esperanza en un lenguaje   - para nosotros misterioso, pero comprensible para Dios- inefable de gemidos, gemidos que son prenda de victoria, porque Dios e intercede por los creyentes según su voluntad» (v. 27).

Nuestra debilidad nos hace no solo impotentes para obrar el bien, sino hasta para comprender cual es el bien verdadero. Y Dios viene a socorrernos justo en este punto. No nos sustrae —por ahora— de nuestra condición; al contrario, se hace débil con nosotros y en nosotros por medio del Espíritu. Así, se prolonga en el tiempo, a través de los creyentes, el escándalo de la cruz de Cristo: <<Pues lo que en Dios parece locura es más sabio que los hombres; y lo que en Dios parece debilidad es más fuerte que los hombres» (1 Cor 1,25). Esta necedad y debilidad de Dios conducirá la historia de los hombres al resultado definitivo que el Señor conoce y por el que el Espíritu intercede insistentemente.

 

Evangelio: Mateo 13,24-43

24 Jesús les propuso esta otra parábola: —Con el Reino de los Cielos sucede lo que con un hombre que sembró buena semilla en su campo,

25 Mientras todos dormían, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.

26 Y cuando creció la hierba y se formó la espiga, apareció también la cizaña.

27 Entonces los siervos vinieron a decir al amo: al Señor: ¿no sembraste buena semilla en tu campo?.¿Cómo es posible que tenga cizaña?.

28  El les respondió <<Lo ha hecho un enemigo». Le dijeron; <<¿Quieres que vayamos a arrancarla?».

29 El les dijo: <<No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis con ella el trigo.

30 Dejad que crezcan juntos ambos hasta el tiempo de la siega; entonces diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, pero el trigo amontonadlo en mi granero».

31 Les propuso otra parábola: -Sucede con el Reino de los Cielos lo que con un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo,

32 Es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y se hace como un árbol, hasta el punto de que las aves del cielo pueden anidar en sus ramas.

33 Les dijo otra parábola: -Sucede con el Reino de los Cielos lo que con la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.

34 Jesús expuso todas estas cosas por medio de parábolas a la gente, y nada les decía sin utilizar parábolas,

35 para que se cumpliera lo anunciado por el profeta:

Hablaré por medio de parábolas,

publicaré lo que estaba oculto

desde la creación del mundo.

36 Entonces dejó a la gente y se fue a la casa. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron: - Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

37 Jesús les dijo: - El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;

38 el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; y la cizaña, los hijos del maligno;

39 el enemigo que la siembra es el diablo; la siega es el fin del mundo; y los segadores, los ángeles.

40 Así como se recoge la cizaña y se hace una hoguera con ella, así también sucederé en el fin del mundo.

41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino a todos los que fueron causa de tropiezo y a los malvados

42 y los echarán al horno de fuego. Allí llorarán y les rechinarán los dientes.

43 Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos que oiga.

 

La predicación de Jesús sobre el Reino de los Cielos trasciende las expectativas de sus contemporáneos y transparenta una imagen nueva del rostro de Dios. Es cuanto emerge de las tres parábolas del evangelio de hoy. Contrariamente a lo esperado, el Reino de Dios no tendrá una dimensión triunfal en la historia; la victoria sobre los opositores y las fuerzas del mal no se llevará a cabo en este mundo. Esto no significa que Dios, el sembrador de la buena semilla, de alguna manera sea derrotado. Más bien, porque es dueño de la situación, puede frenar la impaciencia de sus siervos (vv. 28-30). Ciertamente, la buena semilla comienza a crecer junto con la cizaña; en nuestra historia, e1 bien siempre estará obstaculizado por el mal. Pero Dios ve el tiempo desde la perspectiva de la eterna meta final (vv. 39-43): solo con la siega tendrá lugar el discernimiento definitivo.

Es una lección de sabia paciencia ante fariseos y zelotas de cualquier generación, partidarios, de distintas formas, de una pureza religiosa y nacionalista que excluye sin apelación a los <<otros». Y también lo es para nosotros, dispuestos a constituimos rápidamente en jueces y verdugos.

Otra enseñanza <<contra corriente» viene de la parábola siguiente (v. 31ss): el Reino de los Cielos no tiene la apariencia desbordante que se esperaba. Esta cerca y presente (cf Mc 1,15), pero es insignificante en su aspecto, como el grano de mostaza. Sin embargo, desde este estado incipiente germinara una exuberante realidad vital. Dios realiza cosas admirables sirviéndose de instrumentos y materiales humildes. Es la enseñanza gemela que también se desprende de la parábola  de la levadura (v. 33): el Reino de los Cielos es una pequeña cosa en este mundo, esta oculto y amasado con los acontecimientos de la historia humana, y contiene en si una potencialidad y un dinamismo irresistibles. Los <<hijos del Reino» (v. 38) nunca deben separarse del resto de la humanidad, sino fermentar desde el interior las situaciones, seguros de que nada les impedirá producir frutos desde el amor, que subsistirá eternamente (vv. 30b.43; cf 1 Cor 13,13).

 

MEDITATIO

La liturgia actual nos invita a abandonar los esquemas habituales de pensamiento para asumir los pensamientos de Dios, que sobrepasan a los nuestros, como el cielo dista de la tierra (cf Is 55,8ss). Cuántas veces, viendo que el mal quedaba impune, nos hemos preguntado: donde esta la justicia de Dios. Cuantas veces, al surgimos absurdas dificultades, hemos exclamado: << ¡hasta cuándo...!».

La Palabra, hoy nos muestra la paciencia de Dios y nos ayuda a comprender mejor la realidad de su Reino. Para nosotros, es fuerte quien supera cualquier dificultad, tiene éxito y esta seguro. Para Dios, la fuerza esta en el amor, hasta el punto de que el Omnipotente es, por decirlo así, el <<Omni-paciente». Espera, otra vez, de nuevo y siempre, a que cada uno de sus hijos se arrepienta: la puerta de la casa paterna siempre esta entreabierta para todos hasta el día definitivo. Y aun mas, no se limita a esperan sino que sale al encuentro, haciéndose débil con los débiles, para conducir a la humanidad hacia la redención plena, la nueva creación, la realización del Reino.

A través de la cruz de Cristo y de los gemidos del Espíritu, que habita en nosotros, el Padre acompaña, sostiene y sustenta el peregrinar del hombre a lo largo de la historia. El enemigo nos obstaculizara, pero no podrá frustrar el plan de Dios. De nosotros depende apresurar el paso. ¿Cómo? Haciendo nuestro, en las situaciones concretas, el modo de actuar divino; evitando los inexorables juicios condenatorios, apagando el ferviente deseo de erradicar el mal con la fuerza.

Aprendamos a cosechar en las realidades más humildes e insignificantes las grandes ocasiones de caridad que se nos presentan. Entonces, el tiempo de los hombres fermentara con la levadura del amor de Dios; entonces, el Reino de los Cielos crecerá desmesuradamente en nuestra historia; entonces, el gemido del Espíritu se convertirá en canto de alabanza impetuosa de toda la creación.

 

ORATIO

Señor, tu eres bueno y siembras a la luz del día en el campo de la Iglesia, en cada uno de nosotros, amor, paz y alegría. Y después, viene el enemigo durante la noche y esparce la cizaña: pensamientos, deseos, sentimientos hostiles y traiciones ocultas que envuelven en tinieblas nuestro corazón.

Danos el Espíritu de vigilancia y que no nos asalte el malvado; haznos fuertes en la tentación y humildes en la reprensión de nuestras caídas. Haz que no pretendamos de los otros una perfección que ni nosotros mismos tenemos; danos ojos que sepan ver, además de la cizaña, la buena semilla; concédenos un corazón que sepa amar como el tuyo, con humildad y paciencia, incansable,

 

CONTEMPLATIO

El campo, que es el mundo, es la Iglesia extendida por el mundo. Quien es trigo, persevere hasta la siega; los que son cizaña, háganse trigo. Porque entre los hombres y las espigas de verdad o la cizaña real hay esta diferencia: cuando nos referimos ala agricultura, la espiga es espiga y la cizaña es cizaña. Pero en el campo del Señor esto es, la Iglesia, a veces, lo que era trigo se hace cizaña y lo que era cizaña se convierte en trigo, y nadie sabe lo que será mañana. Por eso los obreros, indignados con el padre de familia, querían ir a arrancar la cizaña, pero no se lo consintió; quisieron arrancar la cizaña y no se les permitió separar esa cizaña. Hicieron aquello para lo que servían y dejaron la separación a los ángeles. No querían reservar a los ángeles la separación de la cizaña; mas el padre de familia, que conocía a todos y sabía que era menester dejar para más tarde la separación, les mandó tolerarla, no separarla. Ellos preguntaron: ¿Quieres que vayamos y la recojamos? El respondió: No, no sea que, al querer arrancar la cizaña, arranquéis también el trigo. ¿Entonces, Señor, la cizaña estará también con nosotros en el granero? Al tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged la cizaña y atad los haces para quemarla. Tolerad en el campo lo que no tendréis con vosotros en el granero.

Escuchad, carísimos granos de Cristo; escuchad, carísimas espigas de Cristo, escuchad, carísima mies de Cristo; reflexionad sobre vosotros mismos, mirad a vuestra conciencia, interrogad a vuestra fe, preguntad a vuestra caridad, despertad vuestra conciencia; y si os reconocéis mies de Cristo, traed a vuestra mente: Quien perseverare hasta el fin, ése será salvo. Pero quien, al escudriñar su conciencia, se encontrare entre la cizaña, no tema cambiarse. Todavía no hay orden de cortar, aun no llega la siega; no seas hoy lo que eras ayer o no seas mañana lo que eres hoy. ¿De qué te sirve lo que dices, sino en cuanto cambies? Dios promete indulgencia si cambias tú, pero no te promete el día de mañana. Tal como seas al salir del cuerpo, tal llegaras a la siega.

Muere alguien, no sé quién y era cizaña; ¿acaso podrá allá hacerse trigo? Es aquí en el campo donde el trigo puede hacerse cizaña y la cizaña trigo; aquí eso es posible, pero allá, es decir; después de esta vida, es tiempo de recoger lo que se hizo, no de hacer lo que no se hizo (Agustín de Hipona, <<Serm6n» 73/a, 1-2, en Obras completas de san Agustín, X, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1983, 372-375).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: <<El Señor es paciente y misericordioso» (Sal 144,8).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La indulgencia es una expresión finísima de la caridad, porque es a la vez comprensión, discreción, paciencia y confianza. Con ésta -y solo con ésta- se supera un gran obstáculo que normalmente se interpone entre nosotros y nuestro prójimo.

De hecho, lo que hace más difícil el ejercicio de la caridad son, frecuentemente, los defectos que encontramos en los demás. Y estamos fácilmente llevados a verlos, a verlos mucho mas que los nuestros, y así estamos siempre dispuestos a la crítica.

Este obstáculo no se supera espontáneamente, porque el defecto de por sí no acerca a las almas, ya que es una falta, y lo que falta no puede nunca ser un elemento positivo de unión. Por consiguiente, es necesario suplir voluntariamente lo que falta en la persona defectuosa, con algo que les permita a las almas encontrarse. Este algo lo da precisamente la <<indulgencia».

La indulgencia de la que hablamos no consiste, sencillamente, en <<cerrar los ojos» a los defectos de los demás: el cerrar los ojos lleva, la mayoría de los veces, al desinterés. Sin embargo, con la verdadera indulgencia los defectos se ven bien; solo que se les <<indulta», es decir, se le <<concede» el perdón, pero no al defecto, sino a la imperfección moral de la persona, en cuanto que nos concierne y nos choca, quitándonos algo. Por tanto, un perdón así implica también el propósito de enmienda de los demás, para que la persona no quede privada de aquel bien moral que se deriva de corregir aquel defecto. Y por esta enmienda se le concede confianza. La verdadera indulgencia consiste en esto.

¿Y hasta qué punto hay que emplear la indulgencia? La respuesta nos la proporciona el Señor diciéndonos que hay que perdonar a los hermanos <<setenta veces siete>>, es decir, siempre. Naturalmente, es difícil una indulgencia tan generosa y delicada; sin embargo, estamos llamados precisamente a hacer esto con los <<hermanos>> que <<pecan>> o -por seguir en nuestro contexto- con los defectos de nuestro prójimo.

La indulgencia permite así demostrar el amor con su exquisita delicadeza, que contiene realmente lo mejor del alma y del corazón. De hecho, en este caso, el amor no se busca a si mismo, ni busca su satisfacción; busca sélo el verdadero bien de la persona amada. Y es un amor profundamente activo, porque obra de verdad, es decir, <<da»: da el perdón y da también la confianza a la persona con la que tiene indulgencia. Amar a una persona virtuoso no es difícil, pero tener indulgencia y amor a una criatura defectuosa exige la fuerza grande de la virtud, Ya que, además de una gran generosidad, que permite pasar por encima de uno mismo, se necesita aquí una paciencia confiada, que sabe esperar a que los demás se enmienden sin cansarse nunca. Y esto acrecienta todavía más la alta moral del amor (R. Bessero Belti, Lo que vale un corazón lleno de la presencia interior del Espíritu, Eunate, Pamplona l995, 79-8] ; traducción, Julia Bellido).

 

 

LAUDES

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
 

INVITATORIO
Que todos los pueblos alaben al Señor
Sabed que la salvación de Dios se envía a los gentiles (Hch 28, 28)

 Ant. Adoremos al Señor, creador nuestro.

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Ant. Adoremos al Señor, creador nuestro.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Ant. Adoremos al Señor, creador nuestro.

Que canten  de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

Ant. Adoremos al Señor, creador nuestro.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Ant. Adoremos al Señor, creador nuestro.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

Ant. Adoremos al Señor, creador nuestro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Adoremos al Señor, creador nuestro.

HIMNO
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu, 
salimos de la noche y estrenamos la aurora; 
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora. 

Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia; 
silabeas el alba igual que una palabra;
tú pronuncias el mar como sentencia.

Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria, 
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras 
rica de pan y amarga de sudores.

y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas 
en sus pequeñas manos tus manos poderosas; 
y estáis de cuerpo entero los dos así creando, 
los dos así velando por las cosas.

¡Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío, 
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.

SALMODIA
Ant. 1. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.

Salmo 117   Himno de acción de gracias después de la victoria
Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular (Hch 4,11)

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón: 
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. 

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré 
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

–Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

–Te doy gracias porque me escuchaste 
y fuiste mi salvación. 

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. 

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

–Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.

–Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío,  yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.

Ant. 2. Aleluya. Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.

Cántico   Dn 3, 52-57   Que la creación entera alabe al Señor 
¡Bendito el Creador por siempre!  (Rm 1,25)

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aleluya. Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.

Ant. 3. Todo ser que alienta alabe al Señor. Aleluya.

Salmo 150   Alabad al Señor
Salmodiad con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma (Hesiquio)

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza. 

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta alabe al Señor. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Todo ser que alienta alabe al Señor. Aleluya. 

LECTURA BREVE  2 Tm 2, 8. 11-13
Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.

 RESPONSORIO BREVE
R. Te damos gracias, oh Dios, *Invocando tu nombre. 
Te damos gracias, oh Dios, invocando tu nombre.

V. Contando tus maravillas. *Invocando tu nombre. 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
Te damos gracias, oh Dios, invocando tu nombre.

CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant.Dichosos los limpios de corazón,porque ellos verán a Dios.

Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. 

Ant.Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

PRECES
Dios nos ama y sabe lo que nos hace falta; aclamemos, pues, su poder y su bondad, abriendo, gozosos, nuestros corazones a la alabanza:
Te alabamos, Señor, y confiamos en ti.

Te bendecimos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros, injustos y pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
–haz que te sirvamos con santidad y justicia.

Vuélvete hacia nosotros, oh Dios, tú que has querido abrirnos la puerta de tu misericordia,
–y haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.

Ya que hoy celebramos la resurrección del Hijo de tu amor,
–haz que este día transcurra lleno de gozo espiritual. 

Da, Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de alabanza, 
–para que en toda ocasión te demos gracias. 

Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado, acudamos a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo: 

Padrenuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. 

 ORACIÓN

Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

HORA INTERMEDIA

 TERCIA, SEXTA, NONA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.Aleluya.
   

HIMNO
Dame, Señor, la firme voluntad, 
compañera y sostén de la virtud;
la que sabe en el golfo hallar quietud 
y, en medio de las sombras, claridad; 

la que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud,
y los torpes engaños en verdad.

Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón... 

Y aun tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mí.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

SALMODIA
Ant. 1. El que come este pan vivirá para siempre. Aleluya.

Salmo 22   El  buen pastor
El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas  (Ap 7, 17)

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. El que come este pan vivirá para siempre. Aleluya.
 
 Ant. 2. Vendrá el Señor, para que en sus santos se manifiesten su gloria y sus maravillas. Aleluya.
 
Salmo 75   Acción de gracias por la victoria
Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes (Mt 24, 30)

I
Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra. 

Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño, 
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, oh Dios de Jacob,
inmovilizaste carros y caballos. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
 
Ant. Vendrá el Señor, para que en sus santos se manifiesten su gloria y sus maravillas. Aleluya.
 
 Ant. 3. Haced votos y traed tributo al Señor, vuestro Dios. Aleluya.
 
II
Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.

La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haced votos y traed tributo al Señor, vuestro Dios. Aleluya.

TERCIA

LECTURA BREVE 1Co 6, 19-20
¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? El habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!

V. Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.
R. Mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.

SEXTA
LECTURA BREVE Dt 10, 12
¿Qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.

V. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
R. El que procede honradamente y tiene intenciones leales.

NONA
LECTURA BREVEt 8, 6b-7a
Es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina; las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos.

V. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
R. Escudo mío, mi fuerza salvadora.

 

ORACIÓN
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.

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