ASOCIACIÓN Y COFRADÍA DEL ROSARIO SANTO DOMINGO EL REAL

Espacio dedicado a promover la devoción a la Virgen mediante la divulgación del rezo del Rosario, como medio de contemplar y meditar los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y asemejarnos a Él.


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miércoles, 27 de mayo de 2015

PENTECOSTÉS - Ciclo B - Meditación


Solemnidad de Pentecostés 
La venida del Espíritu Santo

24 de mayo de 2015




Con la Virgen María, nos disponemos a celebrar el tercer misterio gloriosos del Rosario: Pentecostés.

La Solemnidad de Pentecos­tés nos introduce en el Cenáculo. La fuerza del Espíritu Santo se ha ido manifes­tando progresivamente: el don de la Eucaristía, del Sacerdocio y de la Penitencia, las apariciones de Cristo resucitado y la venida expresa del Espíritu Santo. Con María, perseveramos en oración para renovarnos según el Espíritu de Cristo.



PRIMERA LECTURA. Hechos de los Apóstoles, 2, 1-11.

La venida del Espíritu Santo.

Los hecho de los Apóstoles narran la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Le precede un viento recio que resonó en toda la casa. Es la señal bíblica del paso de Dios. Le acompañan unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Y se llenaron todos del Espíritu Santo.

El nacimiento de la Iglesia.

El día de Pentecostés nace la Iglesia en su misión de santificar, gobernar y predicar.

La venida del Espíritu Santo marca la catolicidad de la Iglesia. Los apóstoles, llenos del Espíritu Santo, comenzaron a predicar a gentes de todas las naciones, razas y creencias. Es la expresión de la universalidad. Los apóstoles predican las maravillas de Dios que habían escuchado al Maestro. Sencillamente anuncian el Evangelio. Desde entonces, la Iglesia no cesa de predicar el Evangelio a los hombres de todos los pueblos.

Para que la Iglesia siga siendo fiel a la acción del Espíritu Santo que la impulsa a predicar el Evangelio, se necesitan operarios, esto es, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos comprometidos con Cristo en la Iglesia. Que el fuego del Espíritu Santo prenda en los corazones de muchos y muchas jóvenes y que no tengan miedo a pronunciar un sí incondicional a Cristo en la Iglesia.

Invocación mariana.

Virgen de Pentecostés: contigo perseveramos en oración para que el Espíritu Santo venga a nuestros corazones. Que el viento del Espíritu nos impulse. Que el fuego nos purifique y transforme. Que seamos apóstoles valientes y decididos según el don que hemos recibido.





SEGUNDA LECTURA. 1ª Corintios 12, 3b-7. 12-13.

Necesitamos del Espíritu Santo.

Necesitamos de la presencia y acción del Espíritu Santo para avivar la Fe. Nos dice el Apóstol: Nadie puede decir Jesús es el Señor sino es bajo la acción del Espíritu Santo.

Igualmente, necesitamos del Espíritu Santo para mantener la unidad: hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Formamos un sólo cuerpo en Cristo animados por el Espíritu Santo. Como el cuerpo tiene diversos miembros, así es también Cristo. Todos nosotros... hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un sólo Espíritu.

El Espíritu Santo es la fuente de nuestra unidad con Cristo en la diversidad de vocación, de misión y de servicio. Por lo tanto, hemos de abrirnos a la acción del Espíritu Santo si queremos ser fieles a nuestra vocación y realizar nuestra misión específica.

Abiertos al Espíritu Santo.

¿Qué hemos de hacer para actuar animados por un mismo Espíritu en la unidad del Cuerpo de Cristo? ¿Qué espera el Espíritu Santo de nosotros?.

El Espíritu Santo nos pide que seamos santos y santas, fieles a la gracia. De esta manera, viviremos unidos a Cristo y seremos miembros sanos de su Cuerpo que es la Iglesia.

Seamos santos. El Espíritu Santo es nuestra fuerza, y la Eucaristía, Sacrificio, Comunión y Tabernáculo, el alimento para no desfallecer en el empeño.

Invocación mariana.

María: Tú eres singularmente llena de los dones del Espíritu Santo porque eres la Madre de Dios. Te suplicamos que dispongas nuestros corazones para que el Espíritu Santo derrame sus dones sobre nosotros y emprendamos decididamente el camino de la santidad.



TERCERA LECTURA. San Juan 20, 19-23.

El Espíritu Santo se manifiesta plenamente en Jesucristo resucitado.

Dice el Evangelio que Jesús se presentó a los discípulos en el Cenáculo, se puso en medio de ellos diciendo: Paz a vosotros y les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Comenta el Siervo de Dios Juan Pablo II: Cristo trae el Espíritu santo en las heridas de sus manos, de sus pies, de su costado. Lo trae en su cuerpo que, ya glorificado, conserva los signos de la pasión y del sacrificio de la Cruz. El Cuerpo del Hijo de Dios fue concebido en un tiempo, en el seno de la Virgen por obra del Espíritu Santo. Ahora Cristo les trae el mismo Espíritu, para que por medio de Él, sea concebido en nuevo cuerpo de Cristo que es la Iglesia (Hom. Pentec.1989,1).

Cristo desborda la plenitud del Espíritu Santo.

Cristo desborda la plenitud del Espíritu Santo para hacer partícipes del mismo Espíritu a los Apóstoles: Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. O sea, los Apóstoles son enviados por obra del Espíritu Santo para continuar la obra salvífica de Cristo. Los apóstoles reciben el poder del Espíritu de Cristo para perdonar o retener los pecados, para aplicar los frutos de la Redención de Cristo.

El día de Pentecostés.

El día de Pentecostés, el Espíritu Santo desciende sobre la totalidad de la Iglesia instituida por Cristo y a la que ha ido dotando progresivamente de las estructuras necesarias para cumplir su misión.

Pentecostés es, también, una fuerte llamada para amar a la Iglesia de Cristo animada por el Espíritu Santo-Amor. Por eso, renovamos nuestra fidelidad a la Iglesia de Cristo desde la fidelidad a las exigencias de nuestro carisma específico.

Invocación mariana.

María; eres Madre de la Iglesia porque eres Madre de Cristo por obra del Espíritu Santo. Eres nuestra Madre espiritual.


Nos consagramos a ti, María, Esposa del Espíritu Santo y te pedimos que nos enseñe a ser fieles a la presencia y acción del Espíritu Santo.

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sábado, 16 de mayo de 2015

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR - Ciclo B - Meditación

Solemnidad de la Ascensión
17 de mayo de 2015


Con María, celebramos el segundo misterio glorioso del Rosario: la Ascensión del Señor. La Iglesia da gracias porque Cristo ha cumplido la misión que le ha sido confiada por el Padre en el Espíritu Santo.

PRIMERA LECTURA. Hechos de los Apóstoles, 1, 1-11.

La Ascensión del Señor.

La Ascensión del Señor es el momento culminante de un camino progresivo que va de Galilea a Jerusalén, y de Jerusalén al Cielo. Por eso, el Libro de los Hechos recuerda la actividad misionera de Jesús con gratitud: su vida y sus enseñanzas, su pasión y su resurrección, sus instrucciones finales para que sean "bautizados en el Espíritu Santo".
 
La promesa del Espíritu Santo.

El camino progresivo de Cristo-Cabeza marca el de su Cuerpo. La Iglesia peregrina hacia la Jerusalén celestial, identificada con Cristo, camina hacia el Padre con la fuerza del Espíritu Santo. Es la fuerza que Cristo promete a los suyos: Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.

Cristo nos prometa el Espíritu Santo para que podemos ser sus testigos en medio del mundo. Hemos de perseverar en la oración con María y los Apóstoles para prepararnos a la venida del Espíritu Santo y recibir las fuerzas que necesitamos para ser fieles a nuestra vocación y misión como bautizados.
 

Invocación mariana.

Santa María del Cenáculo. Tú presides la oración de los Apóstoles en el Cenáculo preparando la venida del Espíritu Santo según el mandato de tu Hijo. Queremos perseverar en oración contigo para renovarnos en el Espíritu Santo y recibir nuevas fuerzas para recorrer el camino de Cristo.

SEGUNDA LECTURA. Efesios, 1, 17-23.

Recorrer el camino de Cristo.

La Iglesia ha de recorrer el camino de Cristo. Necesita sabiduría, revelación y luz interior para conocer la redención que el Padre desplegó en Cristo. Es la cimentación y desarrollo de las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad.

Fe en Cristo Redentor: en su Persona divina, en su Evangelio, en su Muerte y Resurrección, en su Ascensión al cielo por encima de todo principado... y de todo nombre conocido. Fe en la Iglesia, cuerpo de Cristo porque el Padre todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todo.

La Esperanza es virtud específica del camino. Caminemos con la mirada puesta enla riqueza de gloria que (el Señor) da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros. La esperanza engendra alegría porque se apoya en la certeza del cumplimiento de la promesa de salvación y en el poder infalible de Dios.

La caridad teologal es clave para el cristiano. Amar a Cristo hasta la identificación porque somos miembros de su cuerpo. Revestirnos de los sentimientos de su corazón. Que el mismo Cristo, en nosotros, siga entregándose al Padre y evangelizando en nuestros ambientes. La Iglesia quiere seguir siendo prolongación de los sentimientos del Corazón de Cristo en medio del mundo.
 
Invocación mariana.

Virgen fiel que recorres el camino de Cristo tu Hijo como Corredentora desde Nazaret hasta la Cruz y la Resurrección. Enséñanos a recorrer el camino de Cristo hasta alcanzar la salvación.

TERCERA LECTURA. San Marcos, 16, 15-20.

El mandato apostólico.

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. Es el mandato apostólico de Cristo a la Iglesia. Todos los bautizados, según el don de la vocación y misión que hayamos recibido, hemos de cumplirlo. 


No tengamos miedo.

No tengamos miedo. Seamos apóstoles valientes. Cristo asciende a los cielos y está sentado a la derecha del Padre. Allí vive eternamente e intercede por nosotros.

En la Iglesia, ha querido permanecer sacramentalmente presente en la Eucaristía. La comunidad eclesial se nutre y alimenta de la Eucaristía. No tengamos miedo. Confiemos en Cristo, apoyados en la Eucaristía. Y seremos, Heraldos itineran­tes de Cristo, al servicio de la Nueva Evangelización con el ardor de los santos.

Sigamos el ejemplo de los Apóstoles. 

El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se lanzaron a proclamar el Evangelio por todas partes, con valentía, hasta el martirioEl Señor estaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.

Invocación mariana.


Reina de los Apóstoles: Tú eres evangelio vivo, la primera en proclamar el nombre de Cristo e instruyes a los apóstoles en el conocimiento de la vida y la doctrina de tu Hijo. Instrúyenos en el conocimiento del Evangelio y a ser testigos de Cristo en medio del mundo.






Mayo, mes de la Virgen

Iniciamos el mes de mayo, tradicionalmente dedicado a Nuestra Madre. Desde la Cofradía del Rosario,os contamos el origen de esta devoción.

"¿Por qué elegimos mayo como el mes en el que ejercitamos una devoción especial a la Bienaventarurada Virgen María? La primera razón es porque es el tiempo en el que la tierra estalla en tierno follaje y verde pastos, después de las severas heladas y nieves del invierno, y la cruda atmósfera y el viento salvaje y las tempranas lluvias de la primavera. Porque los retoños brotan en los árboles y las flores en los jardines. Porque los días se vuelven largos, el sol nace temprano y se pone tarde. Porque semejante alegría y júbilo externo de la Naturaleza es el mejor acompañante de nuestra devoción a Aquella que es la Rosa Mística y Casa de Dios.
Alguien podría decir, «cierto, pero a menudo el tiempo es desapacible en el inclemente mayo». Nada que objetar, pero aún así, nadie puede negar que al menos sea el mes de la promesa y de la esperanza. Aunque el tiempo sea malo, es el mes que inicia y preludia el verano. Sabemos, que aunque mayo sea desagradable, el buen tiempo llegará tarde o temprano. Como dice el profeta, el esplendor y la belleza «corre al cumplimiento y no fallará, si tarda espérala, porque en verdad ha de acaecer, no se retrasará».
Mayo es el mes, si no de la consumación, al menos de la promesa, ¿no es este el sentido en el que más propiamente recordamos a la Santísima Virgen María, a quien dedicamos el mes?
El profeta dice: «un vástago saldrá del tronco de Jesé, una flor surgirá de sus raíces». ¿Quién es esa flor si no Nuestro Señor?, ¿quién es el tronco, o el hermoso tallo o planta de la cual crece la flor, sino María Madre del Señor, María Madre de Dios?
Fue profetizado que Dios vendría a la Tierra. Cuando el tiempo llegó a su plenitud, ¿cómo fue anunciado? Fue anunciado por el Ángel a María: «Salve, la llena de gracia», dijo Gabriel, «el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres». Ella era la promesa segura de la venida del Salvador, y por todo esto, mayo es especialmente distinguido como su mes."

MES DE MARÍA: Flor para cada día (PINCHAR)


Cardenal J. H. Newman, Meditations and Devotions, 1893.

Hay testimonios antiguos de la dedicatoria del mes de mayo a la especial devoción a Nuestra Madre. Por un lado el Tricesimun (los treinta días de devoción a la Virgen) de origen desconocido, en cualquier caso anterior al siglo doce, o el «Ben venna Mayo» de las Cántigas de Alfoso X el Sabio, que constata que mayo ya se le dedicaba a la Virgen al menos en España ( Infocatolica.com)