ASOCIACIÓN Y COFRADÍA DEL ROSARIO SANTO DOMINGO EL REAL

Espacio dedicado a promover la devoción a la Virgen mediante la divulgación del rezo del Rosario, como medio de contemplar y meditar los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y asemejarnos a Él.


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sábado, 3 de marzo de 2018

Reto

Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              

VACIANDO EL SACO

El otro día, la procuradora nos ofreció llevarnos dos fardos de papel higiénico al Noviciado.

Eran dos fardos de fardos... es decir, un saco lleno de paquetes, de 12 rollos cada paquete.

Como pesaban, los llevábamos a rastras. Pero, de pronto, al subir las escaleras, fui notando cómo el saco iba aligerándose por momentos. Cuando me quise dar cuenta, ¡tenía el saco vacío y un reguero de paquetes de papel higiénico escaleras abajo!  

No pude más que echarme a reír, pero, mientras los recogía, me iba dando cuenta de que aquello daba para mucho.

Porque... ¿cuánto pesa un trozo de papel? Y, si encima se trata de papel higiénico, ni te cuento. Un rollo, dos rollos, un paquete de 12 rollos, hasta un niño puede cargar con él.

Y esto en realidad es lo que va sucediendo en nuestra vida. Comenzamos a cargar  sobre nuestros hombros minucias, cosas poco importantes, como el peso de un trozo de papel higiénico, pero, poco a poco, vamos tomando la costumbre de intentar “poder con todo”. Y, sin embargo, comenzamos a experimentar la frustración de no poder: nos pesan los problemas de los que queremos, o esa enfermedad que te acaban de diagnosticar, o ese hijo que te gustaría tener y no llega, o el querer llegar a todo, o el listón que tienes que dar en el trabajo...

Poco a poco nos liamos, y se van sumando rollos al saco. Hasta que, al final, lo tenemos que arrastrar, porque no podemos con él. Y es que las cosas nos pesan porque las llevamos nosotros.

Pero hay una buena noticia: que todo eso que te pesa no tienes que llevarlo tú. Cristo es quien ha muerto y ha resucitado por todo ello, ahora le pertenece todo a Él, sólo necesita que tú se lo entregues libremente.

Entonces es cuando somos fuertes, cuando dejamos a Cristo cada una de nuestras cargas, y dejamos que sea Él quien las lleve.

Hoy el reto del amor es descargar en Cristo. Vacía tu saco; comienza por aquello que más te está pesando, con aquello con lo que ya no puedes más, y deja que Él te muestre la otra cara de la misma moneda: la gracia que está trayendo a tu vida esa circunstancia que antes tanto te costaba vivir.

VIVE DE CRISTO

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¡Feliz día!

viernes, 2 de marzo de 2018

Reto

Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              

ADÉNTRATE

Todos los viernes de Cuaresma rezamos el Viacrucis en Comunidad. Cada viernes se encarga una hermana de guiarnos a lo largo de los 14 momentos vividos por Jesús desde que fue prendido hasta su sepultura. Cada una elige el lugar y el modo de hacerlo, siendo unas veces con las imágenes de la capilla; otras, las de la iglesia; otras, las de la huerta o el coro alto...

Este año, a la par, en el Noviciado estamos estudiando cada una de las estaciones en profundidad, y nos está ayudando mucho. El Viacrucis, como todas las prácticas de piedad que nos regala la Iglesia, lleva consigo un proceso interior único e inimaginable.

Recuerdo los momentos en que se me hacía eterno, me despistaba... era como repetir la misma “historia” una y otra vez.

La siguiente fase fue la de “pobre Jesús”.  Todo lo que sufrió por mí. Pobre... Ésta es la fase de la “película”: Lo vemos, da pena, a algunos puede hacer saltar una lágrima... pero no estamos siendo buenos críticos de cine, pues hay personajes principales a los que no vemos.

No sé qué vendrá después, pero... hay un momento en el que la visión cambia y deja de ser película, pasando a ser realidad. Jesús, en cierto sentido, deja de ser el protagonista y pasas a ser tú: te haces consciente de que ahí estas tú, de que ahí estoy yo. Cristo, a lo largo de cada una de las estaciones, se pone en tu lugar, en mi lugar. Toca y vive nuestras debilidades más extremas, no para que nos lamentemos por lo que sufrió por nosotros, sino para que no te desanimes, para que no te quedes caído, para que te puedas levantar en Él. Todos nuestros sufrimientos, todas nuestras “muertes” están ahí. Él sabe por lo que has pasado, por lo que puedes pasar, y no se ha querido evitar nada.

En el Viacrucis pensamos que le miramos a Él y, sin embargo... ¡es Él el que nos mira a nosotros! Es Él el que vive tu desesperación, tus miedos, tus caídas... te entiende, aunque nosotros muchas veces pensamos que en la enfermedad, en el dolor, en la soledad... Dios se desentiende de nosotros, y nos rebelamos contra Él.

Pero hay algo más. En el Monasterio no terminamos nunca con la estación 14 (“Jesús es sepultado”); siempre citamos la 15: “La Resurrección de Jesús”. Vivir de Cristo no te va a evitar la Cruz, los momentos de dificultad, pero Él muere contigo y su Resurrección te da fuerza.

Hoy el reto del amor es que te posiciones en el Viacrucis, que te adentres. Ante tu dolor, ante esa dificultad, puedes rebelarte o vivirlo desde la fe. Para ante un Viacrucis, busca aquella estación con la que te identificas en este momento: ¿solo, maltratado, débil, con miedos, sin consuelo...? Entrégaselo para que muera Él por ello, no mueras tú, porque en ti no está la fuerza que necesitas.

Esta Cuaresma pídeLe entrar en el misterio de la Pasión y Resurrección de una manera vivencial.

VIVE DE CRISTO

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¡Feliz día!

miércoles, 28 de febrero de 2018

Reto

Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              

MIRAR BIEN, VIVIR BIEN

Nuestra capilla tiene varios focos que se encienden de forma individual, así sólo hay que prender los que son necesarios, según haya más o menos gente, o para (cuando estamos en la oración) tener luz un poco más tenue...

Hace unos días, de pronto se fundieron los dos focos que iluminaban al Sagrario. Estos están estratégicamente colocados justo encima, en frente del mismo.

Mientras esperamos a que lo arreglen, han hecho un apaño: han “redirigido” uno de los focos laterales hacia el Sagrario.

Bueno... podemos decir que hace su función... pero la verdad es que se nota muchísimo la buena labor que hacían los otros. Al estar justo en frente, no hacían reflejos, ni sombras, pero, sobre todo, no deslumbraban. Éste sin embargo...

Fue muy gracioso ver la reacción de cada una de las monjas cuando iban entrando por primera vez en la capilla después del “apaño”: al cruzar la puerta, se veían cegadas por una luz extraña, y al no esperárselo, intentaban, con los ojos entreabiertos, averiguar de dónde salía. La luz, al estar dirigida desde un lateral, hacía daño.

Cada día, cuando nos levantamos, tenemos la oportunidad de mirar la vida, al Señor y a los demás con una de estas dos posturas. Podemos mirar la vida de frente, despertarnos y comenzar agradecidos al Señor por un nuevo día, con una sonrisa en el rostro y una mirada limpia hacia los demás, sin más interés que vivir desde el amor...

O podemos tener un día mirando la vida “de lado”: desde la desconfianza y la frustración, que nos hace ver a los demás como enemigos. Incluso puede que pensemos que los que están a nuestro lado no se enteran, pero esto no es real, y, al final, esta mirada hace daño a los de tu alrededor... y a ti te va apagando el corazón.

Jesús siempre miró todo de frente. Cuando se acercaba a alguien, sabía con quién estaba, realmente estaba viendo a la persona y la estaba amando, su luz no es cegadora, sino que siempre es una Luz de Amor. Pero también miraba de frente a la misma vida: no dejó pasar el tiempo pensándose si entregaba su vida por nosotros o no, sino que, llegado el momento, detuvo todo y, orando, miró de frente la realidad que se le venía encima.

Hoy el reto del amor es pararte a orar cómo mirar de frente a esa persona o ese problema que se te plantea. No dejes pasar más tiempo, deja que el Señor te vaya enseñando a vivir en plenitud cada situación de tu vida.

¿Cómo miras tu día? Tu felicidad dependerá de la opción que escojas...

VIVE DE CRISTO

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¡Feliz día!

martes, 27 de febrero de 2018

Reto

Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              

CUANDO EL AMOR VENCE

Ayer se fue al Cielo una persona muy especial para mí. Antes de entrar en el monasterio, cuando trabajaba, cada día iba corriendo a verla. Sé que en otro tiempo fue una mujer decidida, que no paraba, que dijo “Sí” al Señor, que quería ser santa en medio del mundo, y que a Él le entregó su vida como Numeraria en el Opus Dei, y que ayudó a muchas personas a lo largo de su vida.

Yo, sin embargo, me encontraba cada día con Flor en la misma habitación, siempre sentada en su silla, con los ojos cerrados, escuchando Radio María y aferrada a su Rosario.

La conversación con ella comenzaba así:

-¡Hola Flor! -le decía.
-¿Quién eres? -respondía ella.

Cada día me presentaba, le decía quién era; y ella cogía mis manos, se las acercaba para ver lo poco que su vista le permitía y las agarraba a la vez que se dibujaba en su rostro una sonrisa acogedora. Charlaba con ella, le pedía que rezase por las niñas a las que daba clase, por sus familias... Ella escuchaba y, cuando la veía cansada, me sentaba a su lado y simplemente estaba. Siempre le pedía que rezase por mí; sabía que, aunque fuese en los próximos segundos, ella lo iba a hacer.

Volvía cada día, y el inicio de la conversación siempre era el mismo:

-¡Hola Flor! -le decía.
-¿Quién eres? -respondía ella...

Esto me emocionaba, era como empezar de nuevo cada día. Flor podría haber sentido que el día anterior yo tenía un mal día y que no le dije mucho, pero no pasaba nada: cada día era volver a empezar de cero. A cada día le acompañaba el asombro, y eso lo hacía especial.

Es verdad que nunca vi hazañas en Flor, o logros de los que, humanamente hablando, estaríamos orgullosos. Por su enfermedad, cada encuentro era nuevo, una nueva oportunidad de empezar. Eso sí, siempre tenía el Rosario en la mano y una palabra del Señor para decir en la boca.

Es cierto que, aunque la cabeza no recordase, en ella pude ver cómo el corazón recuerda, cómo en el corazón se graba a fuego aquello que hemos vivido y amado a lo largo de la vida. Flor me mostró que la santidad no son grandes hazañas o méritos; la santidad es Cristo en ti.

Muchas veces es la cabeza la que nos juega malas pasadas: recordamos lo que nos sentó mal de esa persona, aquello en que nos sentimos ofendidos en aquel momento... y bloqueamos el latir del corazón. Bloqueamos el poder amar, construimos muros para protegernos, para no ser heridos.

Puede que te vengan muchos razonamientos de esa persona con la que tuviste un encontronazo, pero, ¿y si, como Flor, dejamos hablar al corazón? ¿Y si dejamos que cada encuentro sea único, que hable el corazón, que el Amor esté por encima de todo?

El Señor, si algo no tenía, era memoria: olvidó todo aquello que le hicieron y perdonó, olvidó que Pablo le persiguió y después llegó a formar parte de sus favoritos, olvida... con nosotros olvida cada día. Nos abraza, nos levanta. El amor siempre está por encima.

Hoy el reto del amor es que dejes que el amor venza a la razón cuando pienses en la persona con la que tuviste ese encontronazo y a la que tanto quieres. Llámala y pídele al Señor la capacidad de asombro con esa persona. Que cada día, cada momento, sea una nueva oportunidad.

Gracias, Flor y a tantas personas que estáis en su situación, por enseñarnos que “sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos”.

VIVE DE CRISTO

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¡Feliz día!

lunes, 26 de febrero de 2018

Reto

Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              

CAMBIO DE ZAPATOS

Ha vuelto el frío. La verdad es que ya me había hecho a la idea de que empezaba a mejorar el tiempo, pero ayer y hoy han bajado las temperaturas a seis bajo cero.

Uno de mis puntos débiles son los pies: si los tengo fríos, el catarro está asegurado.

Para invierno tengo unos zapatos forrados por dentro y que mantienen muy bien el calor, y, así, al frío le cuesta más entrar. Pero, en cuanto suben un poco las temperaturas, me pongo unos zapatos escolares, que son sin forro y más sencillos.

Hacía ya unos días que me había cambiado de zapatos, de los forrados a los sencillos, y hoy me daba pereza volver a los de pleno invierno... pero sabía que, o me cambiaba los zapatos, o catarro seguro.

Así es muchas veces nuestra vida. Sabemos dónde está la solución a los problemas, sabemos dónde guardamos los zapatos calentitos, pero, por no buscarlos, nos quedamos con los pies helados. Esto es un reflejo de nuestra vida espiritual.

Seguro que en tu corazón tienes una persona que te genera frío, con la que estás enfrentado, que no sabes si querrá acercarse algún día. Pero quizás no hay que esperar a que la otra persona se te acerque. Si miramos a Jesús, descubrimos que Él siempre daba el primer paso, se acercaba a las personas, les daba su perdón, su sanación, su ayuda. No esperaba que fueran buenos para curarles.

Hoy el reto del amor es meter calor a tu corazón por medio del perdón. Acércate a esa persona con la que estás enfrentado y pídele perdón. Deja que tu corazón se libere, se suelte y vuelva a latir con fuerza. El corazón ha sido creado para amar. Ama y haz lo que quieras.

VIVE DE CRISTO

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¡Feliz día!

domingo, 25 de febrero de 2018

Reto

Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              

REPARACIONES

El otro día, al ir a sacar un jersey de mi armario, descubrí que, en la parte de abajo, la esquina de la puerta rozaba con la base, y, a fuerza de abrir y cerrar, ¡lo estaba rayando!

¡Sólo me faltaba, estropear los muebles! Cual flecha, fui en busca de un destornillador.

La puerta en cuestión tiene tres enganches, cada uno con dos tornillos para ajustar la altura, la inclinación... pero del manual de instrucciones, no encontré ni la sombra.

“Nada, esto es cuestión de ir probando”.

Apreté los tornillos de abajo con todas mis ganas. Evidentemente, se me fue la mano... ¡la puerta no tenía ángulo para cerrar!

Tras aflojarlos, subida a la escalera comencé a hurgar los tornillos más altos. Un terrorífico “¡Clonkc!” me hizo percatarme de que de nuevo me había equivocado: el enganche se soltó por completo (menos mal que había otros dos, que, si no, me veo en el suelo, puerta y escalera incluidas).

Rápidamente apreté los tornillos, recolocando la puerta... ¡y resultó que estaba ya en su sitio! Yo creo que el Señor sostuvo la puerta en el lugar adecuado, que, si no, no me lo explico...

De pronto descubrí... ¡que eso es la Cuaresma! La Iglesia nos regala este tiempo precioso para abrir los ojos, para descubrir ese punto en nuestra vida que está empezando tener rayones.

Es un buen momento para orar, para ver cómo está tu relación con el Señor, o con tu esposo o esposa, o con esa persona a la que quieres...

Con el día a día, es normal que surjan los roces, que se afloje algún tornillo. Pero no lo dejes estar, ¡ni te pongas a arreglarlo tú solo! Si con un armario se puede acabar por los suelos; con un corazón se pueden hacer destrozos...

Sólo Jesucristo conoce a fondo toda nuestra estructura, nuestros tornillos, el ángulo de nuestra puerta. Él es quién realmente puede indicarte cómo hacer la reparación. Cristo está deseando ponerse en marcha, pues sólo quiere verte feliz. ¿Te apuntas a la reparación?

Hoy el reto del amor es que, de la mano del Señor, mires tus rayones. ¿Dónde se atasca tu corazón? No dejes pasar el tiempo, permite que Cristo ponga a punto tus tornillos. Hoy ten un detalle con esa persona, que sienta que la quieres, ¡mucho más allá de los rayones que haya podido haber! ¡Feliz día!

VIVE DE CRISTO

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¡Feliz día!