ASOCIACIÓN Y COFRADÍA DEL ROSARIO SANTO DOMINGO EL REAL

Espacio dedicado a promover la devoción a la Virgen mediante la divulgación del rezo del Rosario, como medio de contemplar y meditar los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y asemejarnos a Él.


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lunes, 18 de febrero de 2019

Reto

Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

MARAVILLOSA LUZ

Sé que no es muy normal poner nombre propio a un objeto. Pero es que mi flexo se lo ha ganado a pulso.

Imagina la situación: estudiando, momento de máxima concentración y... ¡clanck! El flexo pega un salto, pierde el equilibro y se cae de la mesa arrastrando estuche, bolis y todo lo que pilla. De infarto.

Decidí ponerle un toque de humor y lo bauticé como “Pixar”. Al fin y al cabo, no tiene nada que envidiar a la mascota de ese estudio cinematográfico...

Resulta que los muelles del brazo son demasiado potentes, y el flexo no consigue quedarse en la posición que le pongo. He tratado de resolverlo de mil formas: manteniéndolo cerrado para que se diesen de sí los muelles, poniéndole peso en el cabezal, ¡incluso metiéndole un taco de madera entre los hierros!

La otra noche miré los muelles dilucidando cómo lograr estirarlos... ¡y de pronto el Señor me hizo entender!

No era cuestión de forzar los muelles: ¡bastaba con soltar uno! Al tener menos fuerza, el flexo se quedaría en su posición. ¡¡Y así ocurrió!! ¡Ahora es maravilloso!

Este hecho me ha llevado a orar mucho, pues “Pixar” me recuerda lo que ocurre en una comunidad, en una familia, en todo grupo.

Cada uno de nosotros somos como un muelle. Los muelles son necesarios, dan fuerza a la estructura. Y, realmente, cuando trabajamos en común, ¡podemos hacer maravillas!

La cuestión es que muchas veces hacemos “fuerzas contrarias”: cada uno tenemos nuestras ideas, creemos que las cosas hay que hacerlas de esta o aquella manera... la tensión de los muelles aumenta, ¡y el flexo salta por los aires!

Cristo sabe de estas dos realidades: las maravillas que podemos lograr trabajando juntos... y lo difícil que puede resultar hacerlo. Por eso, Él oró por nosotros en la Última Cena: “Que todos sean uno, Padre...”

Es el deseo más profundo de Su corazón. Que aprendamos a vivir unidos. Y, para ello, la clave no está en forzar los los muelles, o en llenarnos de normas que nos frenen, como el taco de madera... Tarde o temprano, el flexo acaba saltando.

La clave nos la da Jesús: “No hay mayor amor que dar la vida”. Para que el flexo siga dando luz, basta con que uno de los muelles suelte, ceda, ame. ¡Es muy difícil, porque a todos nos gusta tener razón! Pero Cristo nos invita no a llevar la razón, sino a apostar por el amor.

Hoy el reto del amor es que luches por la unidad de tu familia, de tus hermanos en la fe, de tus compañeros de trabajo. Si ves que el flexo empieza a tensarse, no temas dejar a un lado tus razones y ceder: la luz de la unidad, ¡llenará de alegría el corazón de Cristo! ¡Feliz día!

VIVE DE CRISTO

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¡Feliz día!