ASOCIACIÓN Y COFRADÍA DEL ROSARIO SANTO DOMINGO EL REAL

Espacio dedicado a promover la devoción a la Virgen mediante la divulgación del rezo del Rosario, como medio de contemplar y meditar los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y asemejarnos a Él.


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viernes, 7 de junio de 2019

Reto

Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

CÁLCULO EXACTO

No tengo ninguna duda al respecto: los bollos caseros de mi abuela son los mejores del mundo. Aún recuerdo esos maravillosos despertares en verano, cuando toda la casa amanecía con el delicioso olor a recién horneado...

Estaba decidido: yo también quería que mis hermanas experimentaran esa maravillosa sensación de olores y sabores, así que decidí seguir el ejemplo de mi abuela y hacer un bollo casero para desayunar.

Por la noche dejé todos los ingredientes medidos y pesados. Mi plan era dejarlo en el horno durante la Eucaristía. Cuando saliesen, ¡toda la casa olería a bollo!

Mi estrategia fue cumpliéndose con una precisión alemana. Me encanta cuando todo sale según lo previsto. Lamentablemente, no todo se puede controlar. Por ejemplo, puse un poco más de temperatura de lo debido. O que el bollo estaba un poco alto dentro del horno. O que justo ayer el sacerdote llegó un poco tarde a la Eucaristía.

Cada minuto se me hizo eterno. En cuanto terminó la Misa, salí escopetada. Sí, todo el convento se había impregnado fuertemente de olor... ¡a chamusquina!

Corrí a la cocina y, a través de la ventana del horno, descubrí un “algo” negro como un tizón: ¡mi bollo!

El Señor es misericordioso, y resulta que el bollo había “hecho costra”: la corteza de arriba se había hecho demasiado rápido, tanto, que se había quemado por completo. Pero, precisamente por eso, ¡había hecho de “escudo”! El interior quedó protegido y, al quitar lo quemado, ¡lo de demás estaba riquísimo!

De pronto me vino a la mente aquella Palabra que dice: “el Señor es nuestro escudo” (salmo 89).

Viendo cómo había quedado la costra del bollo, tan quemada, por salvar lo demás... ¡me impresionó imaginar igual al Señor! Pero, ¿acaso no es verdad?

Él se ha puesto delante de nosotros para frenar ese calor que podía destruirnos. Ha preferido entregar Su vida que dejar que tú perdieras la tuya. Se ha dejado quemar, matar, por protegerte. Y todo porque te ama... más que a Su vida.

Hoy el reto del amor es ponerse detrás del escudo. Te invito a que, cuando hoy sientas que una situación te está quemando, ¡acudas al Señor! No quieras defenderte en solitario, ¡Cristo está ahí para ti! Él sabe lo que te cuesta, lo que te da miedo, por eso quiere ir contigo. Si le das la mano, descubrirás que se cumple en ti Su promesa: “cuando pases por el fuego, las llamas no te quemarán” (Is 43, 2). ¡Cristo es la costra que protege tu interior! ¡Feliz día!

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¡Feliz día!

jueves, 6 de junio de 2019

Reto

Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

¡HOLAAAA!

Estábamos en Vísperas; por el rabillo del ojo, en los bancos, pude ver a un amigo muy cercano a la Comunidad que, de vez en cuando, aparece en Lerma con su mujer. Sión, que está sentada a mi lado, me confirmó que se trataba de él.

No podía girar la cabeza para saludarle, pero sí se me fue a organizarse para dedicarle un rato a la mañana siguiente: pensé en qué momento le podría atender, me preguntaba por qué su mujer no estaba en Vísperas, cómo saludarle discretamente al acabar...

Se terminaron las Vísperas y mi cabeza aterrizó. Me acerqué a la reja, levanté la mano y le saludé, a la vez que mi cara mostraba alegría por su inesperada visita. Nuestro amigo, sin embargo, se mantenía con los brazos cruzados, hasta que ya casi obligado, levantó su mano mostrándose un poco perplejo. Ahí me di cuenta de que... ¡no era Manolo! Se parecía, pero no era. Bajé la mano sin saber muy bien qué hacer con ella y me di media vuelta muerta de vergüenza.

Después se lo conté a las monjas. A muchas les había pasado como a Sión y a mí, y compartían divertidas momentos en los que ellas se habían confundido de persona o en que alguien les saludaba efusivo, respondían con la mano, pero en realidad no era a ellas, sino... a la persona que tenían detrás.

En la oración me daba cuenta de que esa persona “desconocida”, que no sabría el motivo de mi efusivo saludo, se iría diciendo algo así como “con qué cariño me saludaban las monjas”... Seguro que se sentiría acogido sin saber qué ocurrió. A veces dosificamos las muestras de cariño, cuidando que sea para los más cercanos, como si este se fuese a acabar. Sin embargo, un gesto de cariño hacia un desconocido en el momento oportuno, puede suponerle mucho.

Jesús iba de un sitio para otro, veía a las personas con las que se encontraba, miraba más allá de conocidos y desconocidos, y tocaba lo más profundo. Cualquiera se sentía único a su lado, aliviado del peso de la jornada o del dolor de su sufrimiento.

Hoy el reto del amor es que saludes con amor y una sonrisa a tres personas que sean desconocidas. Deja que entren en tu día los “desconocidos” que el Señor pone en tu camino a la tienda, al trabajo, a la universidad, al colegio. Que tus tres armas sean el saludo, la sonrisa, la acogida. Descubrirás que tu corazón se ensancha y el cariño, lejos de acabarse, aumenta. Nadie está a tu lado por casualidad.

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¡Feliz día!

miércoles, 5 de junio de 2019

Reto

Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

¿ESTUDIANTE? ¡CUENTA CON NUESTRA ORACIÓN!

Ayer por la tarde me senté a estudiar en mi celda. Hacía bastante calor, y notaba que por ello me costaba concentrarme... ¡Estaba embotada!  

Y eso que, desde que estoy aquí, me gusta mucho el estudio. Es cierto que sigue costándome bastante el acto de sentarme a ello, pero, una vez pasado ese tramo... lo disfruto, pues lo siento como un rato a solas con el Señor, donde Él mismo se ocupa de enseñarme y de abrirme la mente para que pueda comprender.

Pero ayer por la tarde no había manera de centrarme. Sin embargo, al instante el Señor me trajo al corazón todos los estudiantes que, a largo de estos días, os estáis preparando para exámenes finales, o para selectividad, o para unas oposiciones...

Me venía y rezaba con fuerza por todos vosotros, que, haga calor o frío, os podáis concentrar más o menos, tenéis que darlo todo en estos días.

Queremos decirte que ánimo, que no tengas miedo, no estás solo: Jesús está siempre contigo, y nosotras te queremos apoyar con nuestra oración. Pase lo que pase, ten la certeza de que tu futuro está en Sus Manos, y que Él te guiará hasta tu camino.

Hoy el reto del amor es rezar por todos los estudiantes. Seguro que tienes un hijo, un nieto, o un amigo... que está estudiando. Preséntaselo a Jesús, ora por él, para que pueda vencer todo tipo de contrariedades, estudie con paz y pueda presentarse al examen con confianza.

Y, si tú mismo eres uno de esos estudiantes, te invitamos a que reces antes de comenzar a estudiar: así descubrirás que no eres tú solo el que estudia, sino que Él está ahí contigo. Pídele que abra tu entendimiento y tu memoria... y, ¿quién sabe? ¡Puede ser que hasta te sople algo en el momento culmen del examen!

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¡Feliz día!

martes, 4 de junio de 2019

Reto

Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

PURA APARIENCIA

Salí de mi celda como si me fuese de excursión. Entre equilibrios llevaba la toalla, unos calcetines limpios, las deportivas... y, en una bolsa de tela, el secador.

Y es que, cuando bañamos a Jubi, una nunca sabe lo que va a pasar. Puede ser que decida colaborar, pero también puede estar en “formato comunitario”; es decir, la metemos en el agua a ella... pero nos bañamos todos.

De pronto recordé que no me traía una camiseta de repuesto. Por no andar subiendo todo el “equipaje”, busqué un sitio donde dejarlo. Al lado de las escaleras que bajan al lavadero había un cubo vacío.

“¡Perfecto!”, pensé, “lo dejo ahí y luego bajo el cubo con todo”.

Así lo hice, pero, al volver... el cubo estaba vacío. Justo entonces me encontré con la hermana encargada del lavado esa semana.

-¡Hola, Sión! -me saludó alegremente- He visto que has dejado ropa aquí... Ya la tengo camino de la lavadora.

Al instante visualicé el secador dando vueltas en la lavadora. Imagina la velocidad a la que bajé las escaleras... ¡El rescate llegó a tiempo!

Claro, con la bolsa de tela, parecía una prenda más... ¿quién podía adivinar que esa “prenda” del montón tenía un interior electrónico?

De pronto, en la oración, me di cuenta que ¡estas son las terribles consecuencias de las apariencias!

Muchas veces las situaciones nos hacen aparentar lo que no somos: queremos demostrar a los de alrededor que somos fuertes, o queremos trasmitir seguridad... Y, por mantener esas apariencias, podemos acabar haciendo cosas que, en realidad no querríamos. Aparentamos ser una bolsa de tela, capaz de resistir el agua, ¡pero en nuestro interior somos un secador!

Es curioso. La Palabra dice: “Los hombres ven las apariencias, pero el Señor ve el corazón” (1 Sam 16, 7).

¡Con Cristo no hay apariencias! Él conoce lo que te hace sufrir, ve las lágrimas que nadie más descubre... y conoce el potencial que ha puesto en ti.

En efecto, muchas veces queremos aparentar ser “como los demás”, tener los mismos dones que otros, ¡ser una prenda de ropa más! Sin embargo, ¡Cristo te ha hecho diferente, te ha hecho secador! Tal vez tú no resistas el agua, ¡pero das calor!

Hoy el reto del amor es amar tu debilidad. Sí, querido secador, hoy no trates de aparentar que puedes resistir el agua, ¡hoy no te escondas tras una bolsa de tela! Te invito a que hoy te pongas en manos de Cristo, ¡pídele experimentar que Él te ama como eres, tiene una misión para ti! Y, ante esa tarea que te resulta complicada, pide ayuda. Disfruta de los dones de los demás, ¡y ofrece los tuyos! ¡Feliz día!

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¡Feliz día!

lunes, 3 de junio de 2019

Reto

Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

NO SALGAS CORRIENDO

Ayer era la solemnidad de la Ascensión, y, en las fiestas grandes, ahora que hace bueno, comemos en la huerta. Además, en estas ocasiones siempre disfrutamos con una larga sobremesa. La verdad es que es una gozada.

Ayer, al sentarme, tenía a mi izquierda a Joane y, pasada la esquina de la mesa, estaba sentada sor Amada.

Empezamos a comer... y apareció el gato. A mí los gatos me dan miedo; sí, no puedo con ellos, no me siento segura y ellos me lo notan. Sin embargo, sor Amada es la encargada de cuidarle, así que el gato venía a sentarse cerca de ella... pero eso era igual que a mi lado, muy cerca de mis pies.

Yo creía que se marcharía pronto, pero la cosa se alargaba y empezaba a ponerme nerviosa.

Comenté en voz alta que tenía al gato a mi lado, que le tengo miedo, y que no sabía qué hacer.

Una hermana me dijo: “Tranquila, que no hace nada”, pero esto no me quitó el miedo.

Otra me dijo que le diese un pequeño empujoncito con el pie y se marcharía. Lo hice, pero debí de hacerlo tan suave y con tanto miedo, que Maripo solo se movió un poco.  

Al final una hermana me dijo: “Échale un poquito de agua; a los gatos no les gusta mojarse. Verás cómo se va y no vuelve a tu lado”.

Total que, fiada de esta hermana, lo hice y, ¡exacto!, el gato se alejó disparado y no volvió a sentarse junto a mí en toda la comida.

La verdad es que me dejó impresionada la reacción del gato ante unas gotitas de agua. Al instante pensé: ¿qué es lo que a mí me hace correr del Señor o de los hermanos? Porque, cuando algo no me gusta, salgo corriendo. Aunque luego vuelva para enfrentarlo, de primeras salgo corriendo.

Y le preguntaba al Señor qué es lo que nos puede hacer salir corriendo de las personas. Muchas veces puede ser su forma de ser, su actitud, su manera de pensar. Pero lo que es seguro que nos hace salir corriendo es su debilidad.

La debilidad del otro nos hace salir corriendo, porque lo que queremos es que esa persona sea fuerte y pueda con todo. Y no. Somos débiles y limitados.

Pero tu grandeza reside en que Jesús te ama en tu debilidad: ya no tienes que salir corriendo ni de ti ni de los demás. Tienes que ser tú mismo, el hombre o la mujer que Dios ha creado, la persona frágil en su humanidad... pero con un corazón inmenso.

Donde no puedas amar, entrégaselo a Jesús, déjalo en su Cruz para que muera por ello y te lo devuelva resucitado. Verás cómo ya nada te hará salir corriendo, y nadie sentirá miedo a tu lado. El amor hace nuevas todas las cosas.

Hoy el reto del amor es no salir corriendo, apostar por el amor y orar por la persona que más te cuesta. Después, dale los buenos días con tu mejor sonrisa. Porque el amor es el que hace que no salgas corriendo.

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