ASOCIACIÓN Y COFRADÍA DEL ROSARIO SANTO DOMINGO EL REAL

Espacio dedicado a promover la devoción a la Virgen mediante la divulgación del rezo del Rosario, como medio de contemplar y meditar los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y asemejarnos a Él.


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lunes, 3 de junio de 2019

Reto

Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

NO SALGAS CORRIENDO

Ayer era la solemnidad de la Ascensión, y, en las fiestas grandes, ahora que hace bueno, comemos en la huerta. Además, en estas ocasiones siempre disfrutamos con una larga sobremesa. La verdad es que es una gozada.

Ayer, al sentarme, tenía a mi izquierda a Joane y, pasada la esquina de la mesa, estaba sentada sor Amada.

Empezamos a comer... y apareció el gato. A mí los gatos me dan miedo; sí, no puedo con ellos, no me siento segura y ellos me lo notan. Sin embargo, sor Amada es la encargada de cuidarle, así que el gato venía a sentarse cerca de ella... pero eso era igual que a mi lado, muy cerca de mis pies.

Yo creía que se marcharía pronto, pero la cosa se alargaba y empezaba a ponerme nerviosa.

Comenté en voz alta que tenía al gato a mi lado, que le tengo miedo, y que no sabía qué hacer.

Una hermana me dijo: “Tranquila, que no hace nada”, pero esto no me quitó el miedo.

Otra me dijo que le diese un pequeño empujoncito con el pie y se marcharía. Lo hice, pero debí de hacerlo tan suave y con tanto miedo, que Maripo solo se movió un poco.  

Al final una hermana me dijo: “Échale un poquito de agua; a los gatos no les gusta mojarse. Verás cómo se va y no vuelve a tu lado”.

Total que, fiada de esta hermana, lo hice y, ¡exacto!, el gato se alejó disparado y no volvió a sentarse junto a mí en toda la comida.

La verdad es que me dejó impresionada la reacción del gato ante unas gotitas de agua. Al instante pensé: ¿qué es lo que a mí me hace correr del Señor o de los hermanos? Porque, cuando algo no me gusta, salgo corriendo. Aunque luego vuelva para enfrentarlo, de primeras salgo corriendo.

Y le preguntaba al Señor qué es lo que nos puede hacer salir corriendo de las personas. Muchas veces puede ser su forma de ser, su actitud, su manera de pensar. Pero lo que es seguro que nos hace salir corriendo es su debilidad.

La debilidad del otro nos hace salir corriendo, porque lo que queremos es que esa persona sea fuerte y pueda con todo. Y no. Somos débiles y limitados.

Pero tu grandeza reside en que Jesús te ama en tu debilidad: ya no tienes que salir corriendo ni de ti ni de los demás. Tienes que ser tú mismo, el hombre o la mujer que Dios ha creado, la persona frágil en su humanidad... pero con un corazón inmenso.

Donde no puedas amar, entrégaselo a Jesús, déjalo en su Cruz para que muera por ello y te lo devuelva resucitado. Verás cómo ya nada te hará salir corriendo, y nadie sentirá miedo a tu lado. El amor hace nuevas todas las cosas.

Hoy el reto del amor es no salir corriendo, apostar por el amor y orar por la persona que más te cuesta. Después, dale los buenos días con tu mejor sonrisa. Porque el amor es el que hace que no salgas corriendo.

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¡Feliz día!

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