ASOCIACIÓN Y COFRADÍA DEL ROSARIO SANTO DOMINGO EL REAL

Espacio dedicado a promover la devoción a la Virgen mediante la divulgación del rezo del Rosario, como medio de contemplar y meditar los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y asemejarnos a Él.


Web principal:

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martes, 16 de mayo de 2017

La comunidad

Con el ruego de su difusión.

La Comunidad.

 

"Buscad y encontraréis, pedid y se os dará, llamad y se os abrirá" (Mateo).

Buscad en la lectura (del Evangelio) y encontraréis en su Meditación, Pedid en la Oración y se os dará la Contemplación. Llamad y se os abrirán las puertas del Cielo porque con la oración constante se os abrirán las puertas del cielo y entonces "veréis el rostro de Dios porque tendréis su nombre en la frente y no necesitaréis luz de lámpara ni de sol porque el señor Dios os  alumbrará y reinaréis por los siglos de los siglos" (Apc. 22, 4),

De: Comunidad [mailto:info@santaclaradeestella.es]
Enviado el: lunes, 15 de mayo de 2017 21:35
Asunto: La imagen del día

 

LITURGIA DE LAS HORAS CORRESPONDIENTE AL MARTES SEMANA I DEL SALTERIO

LAUDES

HORAS INTERMEDIAS

VÍSPERAS

COMPLETAS

EL SANTO DEL DÍA

  LECTIO DIVINA correspondiente al Martes de la quinta semana de pascua

 

LECTIO

Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 14,19-28

En aquellos días

19 llegaron de Antioquía de Pisidia y de Iconio algunos judíos que se ganaron a la gente. Apedrearon a Pablo y, pensando que estaba muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad.

20 Pero cuando sus discípulos lo rodearon, él se levantó y entró en la ciudad. Al día siguiente salió hacia Derbe con Bernabé.

21 Después de anunciar el Evangelio en Derbe y hacer bastantes discípulos, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía,

22 confortando a su paso los ánimos de los discípulos y exhortándoles a permanecer firmes en la fe. Les decían: - Tenemos que pasar muchas tribulaciones para poder entrar en el Reino de Dios.

23 Designaron responsables en cada iglesia y, después de orar y ayunar, los encomendaron al Señor, en quien habían creído.

24 Después atravesaron Pisidia, llegaron a Panfilia

25 y, después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía.

26 De allí regresaron por mar a Antioquía de Siria, donde habían sido encomendados a la protección de Dios para la misión que acababan de realizar.

27 Al llegar, reunieron a la comunidad y contaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los paganos la puerta de la fe.

28 Pablo y Bernabé permanecieron allí bastante tiempo con los discípulos.

 

**• Tras otro peligrosísimo episodio de intolerancia, resuelto sin llegar al drama gracias a que «sus discípulos lo rodearon», Pablo -ahora protagonista, junto con Bernabé- toma el camino de vuelta y visita las comunidades recién fundadas. Se trata de una verdadera «visita pastoral», en la que ambos confortan a los fieles y ponen las bases de una organización eclesiástica, es decir, ponen las bases para la continuidad de las comunidades.

Una continuidad garantizada por la conciencia del elevado coste del Reino de Dios: para entrar en el Reino de Dios «tenemos» que pasar por muchas tribulaciones. Una continuidad garantizada por la presencia de responsables que creen en el Señor y que han sido confiados a él. Los evangelizadores pasan; el Evangelio tiene que ser llevado continuamente adelante por nuevos evangelizadores y pastores. Esta preocupación por el futuro de la comunidad no puede disminuir nunca en la Iglesia, tampoco en nuestros días.

El viaje de vuelta está trazado a grandes rasgos, con rápidas pinceladas. Llegados a la iglesia de donde habían partido, contaron los abundantes frutos de la misión, sobre todo la confirmación de que Dios «había abierto a los paganos la puerta de la fe» (v. 27). El camino hacia los paganos parece ahora irreversible, y en Antioquía, ciudad abierta a la misión universal, es algo que parece obvio y pacífico. Pero no sucede así en todos los sitios. La parte menos dinámica de la Iglesia madre no piensa del mismo modo. Este dato será precursor de nuevos nubarrones, aunque también de clarificaciones decisivas.

 

Evangelio: Juan 14,27-31a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

27 Os dejo la paz, os doy mi propia paz. Una paz que el mundo no os puede dar. No os inquietéis ni tengáis miedo.

28 Ya habéis oído lo que dije: «Me voy, pero volveré a vosotros». Si de verdad me amáis, deberíais alegraros de que me vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo.

29 Os lo he dicho antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

30 Ya no hablaré mucho con vosotros, porque se acerca el príncipe de este mundo. Y aunque no tiene ningún poder sobre mí,

31 tiene que ser así para demostrar al mundo que amo al Padre y que cumplo fielmente la misión que me encomendó.

 

**• Este pasaje, con el que concluye el primer coloquio de Jesús con los suyos, es un fragmento compuesto, y contiene palabras de despedida y de consuelo por parte del Maestro, que deja su comunidad y vuelve al Padre. Jesús, al despedirse de los suyos, les desea la «paz», el shalóm, que es el conjunto de los bienes mesiánicos, un don que viene de Dios y que Jesús posee. El motivo del consuelo debe prevalecer sobre el temor y la inquietud:

él, Jesús, es la paz.

Por eso añade Jesús una exhortación a la alegría. Aunque estén tristes por el alejamiento y el temor de quedarse solos, la separación de los discípulos respecto a Jesús es el paso hacia un bien mejor. Jesús va al Padre «porque el Padre es mayor» que él, es la plenitud de su gloria (v. 28). Ahora bien, la vuelta del Hijo al Padre está unida de manera inseparable al escándalo de la cruz. Jesús, con las predicciones que les ha hecho sobre su próxima muerte, no sólo pretende sostener la fe de los discípulos en el momento de la pasión, sino que quiere mostrar que los hechos que van a tener lugar forman parte del proyecto de Dios. En consecuencia, los suyos no deberán desanimarse: la fe será su fuerza y su único consuelo.

El tiempo terreno del Maestro está ahora a punto de concluir, le quedan pocos momentos para conversar aún con sus discípulos, «porque se acerca el príncipe de este mundo» (v. 30). Aunque se acerca Satanás, no tiene ningún poder sobre Jesús. Éste no tiene pecado y Satanás no tiene posibilidad de atacarle. La vida de Jesús está bajo el signo de la voluntad del Padre y se entrega libremente a la muerte en la cruz para que el hombre conozca la verdad.

 

MEDITATIO

El Señor ha derramado la paz en tu corazón: él está presente dentro de ti, con el Padre y el Espíritu Santo. Eso no puede más que darte un sentido de seguridad y de fuerza: si Dios está contigo, ¿quién estará en contra de ti?

Sin embargo, a menudo estás inquieto y atemorizado: el mundo se presenta amenazante, los pasiones no dan tregua, todo parece desarrollarse «como si Dios no existiera», y Dios calla dentro de ti, juega a esconderse, no responde. Entonces tu corazón se espanta, te asalta la duda y tu paz queda asediada, cuando no se volatiliza. Ahora es cuando debes recordar que Dios está presente en la luz oscura de la fe, que has de ejercitar la fe en estos momentos para oír aquello que no oyes, para ver aquello que no ves, para agarrarte a un agarradero que has de buscar en la niebla. Es, en efecto, la fe lo que está en la base de la paz, que, de hecho, procede de la comunión con Dios. Fe en el Dios ya presente, pero no poseído aún en plenitud; fe que se madura en el tiempo de la ausencia del Esposo; fe que se perfecciona en la búsqueda del Esposo; fe que se purifica a través de los acontecimientos más duros y atroces.

La paz procede de una mirada de fe sobre la realidad de un Dios presente, aunque buscado con todo el ardor de un corazón herido por el sentimiento de su ausencia. La paz viene cuando se comprende y se acepta el misterio de la ausencia de Dios también en su presencia, en su silencio, en el sufrimiento y el misterio de la cruz como momento más elevado del amor de Dios y del testimonio de tu amor por él.

 

ORATIO

¡Cómo busco la paz, Señor, y cuántas veces la busco! Sin embargo, debo admitir que no siempre la busco donde se encuentra. A veces la busco como el mundo: busco un poco de paz para vivir en paz, para no incomodarme demasiado, para no dejarme turbar en exceso. También yo busco, en suma, la paz como la busca el mundo: lejos de la cruz, huyendo de quien me turba, evitando a los que me hacen perder la paciencia, esquivando las molestias y cerrando los ojos antes los sufrimientos de los otros. ¿Cómo voy a poder vivir en paz si no me defiendo un poco de los otros? ¿Y cómo voy a vivir en paz si no me concedo alguna satisfacción? ¿Cómo se puede vivir en paz estando siempre sometido a presión? Todas estas son tentaciones frecuentes, lo sabes, Señor. Tentaciones que desvían mi mirada de ti, fuente de mi paz; tentaciones que me hacen olvidar tus palabras constructoras de una paz sólida y tenaz.

¡Vence, Señor, estas tentaciones mías! Haz oír tu voz a mi corazón turbado y enséñame tus caminos, que conducen a tu paz, a mi paz. No permitas que me olvide de ti por un poco de bienestar o por buscar una tranquilidad que, con frecuencia, es huir de tu presencia en mí y en mis hermanos.

 

CONTEMPLATIO

Cuando el Señor precisa: «Os doy mi paz, no como la da el mundo», ¿qué debemos entender, sino que él no nos da la paz del mismo modo como la dan los que aman el mundo? Ésos, en efecto, se ponen de acuerdo para hacer la paz entre ellos, con el fin de gozar no de Dios, sino de los placeres que da el mundo a sus amigos, a cubierto de toda lid y de toda guerra. Y si también conceden paz a los justos, en el sentido de que dejan de perseguirlos, no se trata aún de la verdadera paz, en cuanto no es una concordia real, porque están desunidos los corazones. Del mismo modo que se dice consorte a quien une su suerte a la tuya, sólo cuando los corazones están unidos se puede hablar de concordia (Agustín, Comentario al evangelio de Juan, 77,5).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra-. «Os dejo mi paz. Que no se inquiete vuestro corazón» (cf. Jn 14,27).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Te encuentras siempre ante la alternativa de dejar hablar a Dios o dejar gritar a tu «yo» herido. Aunque deba haber un lugar donde puedas dejar que la parte herida de ti obtenga la atención que necesita, tu vocación es hablar del lugar donde Dios habita en ti.

 Cuando permites que tu «yo» herido se exprese en forma de justificaciones, disputas o lamentos, sólo consigues frustrarte aún más y te sentirás cada vez más rechazado. Reclama a Dios en ti y deja que Dios pronuncie palabras de perdón, de curación y de reconciliación, palabras que llamen a la obediencia, al compromiso radical y al servicio. Se requiere mucho tiempo y mucha paciencia para distinguir entre la voz de tu «yo» herido y la voz de Dios, pero en la medida en que vayas siendo más fiel a tu vocación se volverá más fácil. No desesperes: has de prepararte para una misión que será difícil, pero fecunda (H. J. M. Nouwen, la voce dell'amore, Brescia 19972, 133s [trad. esp.: La voz interior del amor, PPC, Madrid 1997]).

 

 

LAUDES

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
 

 

INVITATORIO
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Ant. Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Ant. Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ant. Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Ant. Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

Ant. Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.

HIMNO
En esta luz del nuevo día
que me concedes, oh Señor
dame mi parte de alegría
y haz que consiga ser mejor.

Dichoso yo, si al fin del día
un odio menos llevo en mí,
si una luz más mis pasos guía
y si un error más yo extinguí.

Que cada tumbo en el sendero
me vaya haciendo conocer
cada pedrusco traicionero
que mi ojo ruin no supo ver.

Que ame a los seres este día,
que a todo trance ame la luz,
que ame mi gozo y mi agonía,
que ame el amor y ame la cruz. Amén.

 

SALMODIA
Ant.1. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

Salmo 23 Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S.Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

–¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

–El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

–Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!,alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

–¿Quién es ese Rey de la gloria?
–El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

–¿Quién es ese Rey de la gloria?
–El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

Ant.2.Ensalzad con vuestras obras al Rey de los siglos.

Cántico Tb 13,1-10a Dios castiga y salva
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva (1P 1, 3)

Bendito sea Dios, que vive eternamente,
y cuyo reino dura por los siglos:
él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano.

Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza,
ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor,
nuestro padre por todos los siglos.

Él nos azota por nuestros delitos,
pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre las naciones
por donde estáis dispersados.

Si volvéis a él de todo corazón
y con toda el alma,
siendo sinceros con él,
él volverá a vosotros
y no os ocultará su rostro.

Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos.

Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder
a un pueblo pecador.

Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizá os mostrará benevolencia
y tendrá compasión.

Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo,
y me alegraré de su grandeza.
Que todos alaben al Señor
y le den gracias en Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ensalzad con vuestras obras al Rey de los siglos.

Ant.3. El Señor merece la alabanza de los buenos.

Salmo 32 Himno al poder y a la providencia de Dios
Por medio de la Palabra se hizo todo (Jn l, 3)

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.

Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones:

que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.

Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.

El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.

El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.

No vence el rey por su gran ejército,
no escapa el soldado por su mucha fuerza,
nada valen sus caballos para la victoria,
ni por su gran ejército se salva.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor merece la alabanza de los buenos.

 

LECTURA BREVE  Rm 13, 11b. 12 –13a
Ya es hora de despertaros del sueño. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad.

 

RESPONSORIO BREVE
R. Dios mío, peña mía,*Refugio mío, Dios mío.
Dios mío, peña mía, refugio mío, Dios mío.

V.Mi alcázar, mi libertador.*Refugio mío, Dios mío.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Dios mío, peña mía,*refugio mío, Dios mío.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor nos suscitó una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus profetas.

 

Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño,te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor nos suscitó una fuerza de salvación, según lo había predicho por boca de sus profetas.

PRECES
Ya que hemos sido llamados a participar de una vocación celestial, bendigamos por ello a Jesús, el sumo sacerdote de la fe que profesamos, y supliquémosle,diciendo:
Señor, nuestro Dios y nuestro Salvador.

Rey todopoderoso, que por el bautismo has hecho de nosotros un sacerdocio real,
–haz que nuestra vida sea un continuo sacrificio de alabanza.

Ayúdanos, Señor, a guardar tus mandatos,
–para que, por la fuerza del Espíritu Santo, nosotros permanezcamos en ti,y tú en nosotros.

Danos tu sabiduría eterna,
–para que nos asista en nuestros trabajos.

Concédenos ser la alegría de cuantos nos rodean
–y fuente de esperanza para los decaídos.

Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:

Padrenuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. 

 

ORACIÓN
Escucha,Señor, nuestras súplicas matinales y, con la luz de tu misericordia, alumbra la oscuridad de nuestro corazón; que los que hemos sido iluminados por tu claridad no andemos nunca tras las obras de las tinieblas. Por nuestro Señor Jesucristo.
     

CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

HORA INTERMEDIA

 TERCIA, SEXTA, NONA

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
  
 

HIMNO
No es lo que está roto, no,
el agua que el vaso tiene;
lo que está roto es el vaso,
y el agua al suelo se vierte.

No es lo que está roto, no,
la luz que sujeta el día;
lo que está roto es su tiempo,
y en la sombra se desliza.

No es lo que está roto, no,
la caja del pensamiento;
lo que está roto es la idea
que la lleva a lo soberbio.

No es lo que está roto Dios
ni el campo que él ha creado;
lo que está roto es el hombre
que no ve a Dios, en su campo.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMODIA
Ant.1. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Salmo 118, 1-81 (Aleph) Meditación sobre la palabra de Dios revelada en la ley
En esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos (l Jn 5,3)

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.

Tú promulgas tus decretos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus consignas;
entonces no sentiré vergüenza
al mirar tus mandatos.

Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Ant. 2. Se alegra mi corazón con tu auxilio.

Salmo 12 Súplica del justo que confía en el Señor
Que el Dios de la esperanza colme vuestra fe de alegría (Rm15,13)

¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome?
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro?
¿Hasta cuándo he de estar preocupado,
con el corazón apenado todo el día?
¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo?

Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;
da luz a mis ojos
para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: «Le he podido»,
ni se alegre mi adversario de mi fracaso.

Porque yo confío en tu misericordia:
alegra mi corazón con tu auxilio,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.Se alegra mi corazón con tu auxilio.

Ant.3. Dios nos encerró a todos en el pecado para tener misericordia de todos.

Salmo13 Corrupcióny necedad del impío
Si creció el pecado, más desbordante fue la gracia (Rm 5,20)

Dice el necio para sí:
«No hay Dios.»
Se han corrompido cometiendo execraciones,
no hay quien obre bien.

El Señor observa desde el cielo
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato
que busque a Dios.

Todos se extravían
igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien,
ni uno solo.

-Pero ¿no aprenderán los malhechores,
que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan al Señor?

Pues temblarán de espanto,
porque Dios está con los justos.
Podéis burlaros de los planes del desvalido,
pero el Señor es su refugio.

¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob y gozará Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dios nos encerró a todos en el pecado para tener misericordia de todos.

TERCIA

LECTURA BREVE Jr17, 7-8
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.

V. El Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable.
R. ¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti!

ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Defensor a los apóstoles, derrama también sobre nosotros este Espíritu de amor, para que, ante los hombres, demos siempre fiel testimonio de aquel amor que has querido que fuera el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

SEXTA

LECTURA BREVE Pr3, 13-15
Dichoso el que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia: adquirirla vale más que la plata, y su renta más que el oro; es más valiosa que las perlas, ni se le comparan las joyas.

V. Te gusta un corazón sincero.
R. En mi interior me inculcas sabiduría.

ORACIÓN
Oh Dios, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia, para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Jesucristo, nuestro Señor.

NONA
 

LECTURA BREVE Jb5,17-18
Dichoso el hombre a quien corrige Dios: no rechaces el escarmiento del Todopoderoso, porque él hiere y venda la herida, golpea y cura con su mano.

V. Trata con misericordia a tu siervo, Señor.
R. Enséñame tus leyes.

 

ORACIÓN
Oh Dios, qué enviaste un ángel al centurión Cornelio, para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a tu Iglesia, podamos llegar a ti. PorJesucristo,nuestro Señor.

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.   

 

HIMNO
Libra mis ojos de la muerte;
dales la luz que es su destino.
Yo, como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.

Haz de esta piedra de mis manos
una herramienta constructiva;
cura su fiebre posesiva
y ábrela al bien de mis hermanos.

Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.

Guarda mi fe del enemigo:
(¡tantos me dicen que estás muerto!..)
Tú que, conoces el desierto,
dame tu mano y ven conmigo. Amén.

SALMODIA
Ant. 1. El Señor da la victoria a su Ungido.

Salmo 19   Oración por la victoria del rey
Cuantos invoquen el nombre del  Señor se salvarán (Hch 2, 21)

Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión.

Que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.

Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.

Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.

Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.

Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.

Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

Ant. 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Salmo 20, 2-8. 14   Acción de gracias por la victoria del rey
El Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término (S. Ireneo)

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,

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