ASOCIACIÓN Y COFRADÍA DEL ROSARIO SANTO DOMINGO EL REAL

Espacio dedicado a promover la devoción a la Virgen mediante la divulgación del rezo del Rosario, como medio de contemplar y meditar los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y asemejarnos a Él.


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miércoles, 2 de marzo de 2016

Cofradia del Rosario

Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.    
  
BOLAS DE... ¿NIEVE?

Es muy extraño que, tan adelantado febrero, cayera una nevada como la de la semana pasada, pero, ¡cuánto bien me hizo!

Había recibido una llamada. Todo había comenzado muy bien: me compartió un poco sobre su vida, y también yo le estuve compartiendo de nuestra vida. Pero empecé a sentirme juzgada por esa persona. Y, como sentía que no había mucho más que hablar, le dije que muchas gracias y que le tendría en mis oraciones.

Sinceramente, me quedé muy enfadada, y en aquel momento fui yo la que comenzó a juzgar a esa persona.

"No hay derecho. Todo el día juzgando, ¿para qué habrá llamado? Será posible...", me iba diciendo para mis adentros.

Pasando por la galería, abrí una ventana y me puse a contemplar el paisaje nevado. Pero por dentro seguía con mi rabieta. Hasta que Él lo cambió todo.

Fue como ver en mi interior una película. Se trataba de mí misma, abajo, con la nieve. Cogía una bola, y la iba haciendo más y más grande. Pero no tenía guantes, y me miraba las manos, rojas y congeladas. Sentí que el Señor me decía: "Esto ocurre cuando comienzas a juzgar a otro". Es como hacer una inmensa bola de nieve entre tus manos.

Si "consigues" frenarlo a tiempo, quizás no la llegues a lanzar contra el otro, pero, si te dejas llevar por la ira, la lanzarás con toda seguridad. Sin embargo, el otro quizá ni se dé cuenta, mientras que tú has quedado congelado. La mayor gravedad es que los juicios no salen de las manos, como la bola de nieve, sino de lo más hondo del corazón.

Me quedé impactada. Esta luz me hizo desear suspender mi juicio, y me sentí liberada. Si la otra persona me quiere juzgar, allá ella; pero no quiero entrar a ese mismo juego. Quiero sentir, quiero vivir conforme a lo que el Señor me pide cada día, porque así soy feliz, porque Él me hace feliz y colma mi corazón.

Lo más impactante fue experimentar que Cristo me quiso enseñar a no juzgar, pero no recibí de Él una mirada de juicio, sino de Amor. Su Amor lo cambia todo.

Hoy el reto del Amor es suspender el juicio. Si quieres ser libre, si quieres vivir feliz, confiada en las manos de una Persona que te ama y que te cuida, ve entregando al Señor cada uno de los pensamientos que te surjan a costa de otra persona. No es tu problema, y seguramente no te toque solucionarlo a ti.

Él te quiere libre, Él te ama y, desde su mirada, la tuya también cambiará. Hoy, si tu corazón hace bolas de nieve, acércate a Él, que, con su calor, volverá a encender tu corazón helado.

VIVE DE CRISTO

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