Entre las familias dedicadas con vínculo especial a la Virgen María
está la que San Pedro Nolasco fundó a principios del siglo XII, año
1203, con la ayuda de San Raimundo de Peñafort.
San Pedro Nolasco
era un burgués barcelonés de una familia dedicada al comercio. Siendo
muy conoció la terrible realidad de los pobres cautivos, esclavos en
poder de amos de otras creencias condenados a trabajos forzados. Cuando
murió su padre quedó al frente de su familia y dispuso del dinero
heredado según los impulsos de su corazón generoso. Gastó hasta el
último céntimo en rescatar a estos hermanos suyos convirtiéndose, en un
redentor.
En 1218 cuando el Santo se cuestionaba su vocación y el
rumbo que daría a su vida se le aparece la Santísima Virgen en la noche
del 1 al 2 de agosto y le expresa su deseo de que ese proyecto que tiene
en mente lo lleve adelante, pero no como una simple obra socia
l
sino como una Orden religiosa. Siguiendo las indicaciones de su Señora,
pone manos a la obra y a los ocho días, el 10 de agosto, gracias a la
aceptación que tuvo este proyecto desde sus comienzos, se realizó la
fundación de la Orden de Ntra. Sra. de la Merced.
La solemnísima ceremonia se llevó a cabo en el altar mayor de la catedral de Barcelona, ante el sepulcro de Sta. Eulalia.
El rey Jaime I, el Conquistador, les entregó el Hospital de Sta.
Eulalia e impuso a la Orden lo que será desde entonces su escudo
definitivo, la insignia de la casa real de Aragón que consta de cuatro
barras gules (color rojo heráldico) y una cruz blanca.
En aquellos
tiempos cuando se veía que una persona llevaba al pecho barras rojas
sobre de oro se sabía que ésta era protegida del rey. En el terreno
eclesiástico la más blanca sobre rojo indicaba que pertenecía a la
catedral y de su cabildo.
La Devoción
A partir de
estos sucesos, la devoción a la Virgen de la Merced fue creciendo. Todos
los años iban muchos de los fieles redimidos a depositar en manos de la
imagen de Ntra. Señora las cadenas de su cautiverio. Luego surgían
incontables testimonios de favores y dones recibidos, entre ellos
aquella gran merced del año 1651 en la cúal libró a la ciudad de la
peste que la asolaba.
Esta advocación mariana que en sus comienzos
era sinónimo de libertad y redención de cristianos cautivos se fue
adornando a partir del siglo XVI de aspectos nuevos donde se manifiesta
la solicitud y ternura de María para con sus hijos, a los que socorre y
bendice. Por este motivo las imágenes de Ntra. Señora de la Merced son
diversas entre sí. La imagen original se encuentra expuesta en la
Basílica que lleva su nombre, en la ciudad de Barcelona, España.
(Fuente: Cruzada Mariana)
Entre las familias dedicadas con vínculo especial a la Virgen María está la que San Pedro Nolasco fundó a principios del siglo XII, año 1203, con la ayuda de San Raimundo de Peñafort.
San Pedro Nolasco era un burgués barcelonés de una familia dedicada al comercio. Siendo muy conoció la terrible realidad de los pobres cautivos, esclavos en poder de amos de otras creencias condenados a trabajos forzados. Cuando murió su padre quedó al frente de su familia y dispuso del dinero heredado según los impulsos de su corazón generoso. Gastó hasta el último céntimo en rescatar a estos hermanos suyos convirtiéndose, en un redentor.
En 1218 cuando el Santo se cuestionaba su vocación y el rumbo que daría a su vida se le aparece la Santísima Virgen en la noche del 1 al 2 de agosto y le expresa su deseo de que ese proyecto que tiene en mente lo lleve adelante, pero no como una simple obra socia
l
sino como una Orden religiosa. Siguiendo las indicaciones de su Señora,
pone manos a la obra y a los ocho días, el 10 de agosto, gracias a la
aceptación que tuvo este proyecto desde sus comienzos, se realizó la
fundación de la Orden de Ntra. Sra. de la Merced.
La solemnísima ceremonia se llevó a cabo en el altar mayor de la catedral de Barcelona, ante el sepulcro de Sta. Eulalia.
El rey Jaime I, el Conquistador, les entregó el Hospital de Sta. Eulalia e impuso a la Orden lo que será desde entonces su escudo definitivo, la insignia de la casa real de Aragón que consta de cuatro barras gules (color rojo heráldico) y una cruz blanca.
En aquellos tiempos cuando se veía que una persona llevaba al pecho barras rojas sobre de oro se sabía que ésta era protegida del rey. En el terreno eclesiástico la más blanca sobre rojo indicaba que pertenecía a la catedral y de su cabildo.
La Devoción
A partir de estos sucesos, la devoción a la Virgen de la Merced fue creciendo. Todos los años iban muchos de los fieles redimidos a depositar en manos de la imagen de Ntra. Señora las cadenas de su cautiverio. Luego surgían incontables testimonios de favores y dones recibidos, entre ellos aquella gran merced del año 1651 en la cúal libró a la ciudad de la peste que la asolaba.
Esta advocación mariana que en sus comienzos era sinónimo de libertad y redención de cristianos cautivos se fue adornando a partir del siglo XVI de aspectos nuevos donde se manifiesta la solicitud y ternura de María para con sus hijos, a los que socorre y bendice. Por este motivo las imágenes de Ntra. Señora de la Merced son diversas entre sí. La imagen original se encuentra expuesta en la Basílica que lleva su nombre, en la ciudad de Barcelona, España.
La solemnísima ceremonia se llevó a cabo en el altar mayor de la catedral de Barcelona, ante el sepulcro de Sta. Eulalia.
El rey Jaime I, el Conquistador, les entregó el Hospital de Sta. Eulalia e impuso a la Orden lo que será desde entonces su escudo definitivo, la insignia de la casa real de Aragón que consta de cuatro barras gules (color rojo heráldico) y una cruz blanca.
En aquellos tiempos cuando se veía que una persona llevaba al pecho barras rojas sobre de oro se sabía que ésta era protegida del rey. En el terreno eclesiástico la más blanca sobre rojo indicaba que pertenecía a la catedral y de su cabildo.
La Devoción
A partir de estos sucesos, la devoción a la Virgen de la Merced fue creciendo. Todos los años iban muchos de los fieles redimidos a depositar en manos de la imagen de Ntra. Señora las cadenas de su cautiverio. Luego surgían incontables testimonios de favores y dones recibidos, entre ellos aquella gran merced del año 1651 en la cúal libró a la ciudad de la peste que la asolaba.
Esta advocación mariana que en sus comienzos era sinónimo de libertad y redención de cristianos cautivos se fue adornando a partir del siglo XVI de aspectos nuevos donde se manifiesta la solicitud y ternura de María para con sus hijos, a los que socorre y bendice. Por este motivo las imágenes de Ntra. Señora de la Merced son diversas entre sí. La imagen original se encuentra expuesta en la Basílica que lleva su nombre, en la ciudad de Barcelona, España.
(Fuente: Cruzada Mariana)
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