ASOCIACIÓN Y COFRADÍA DEL ROSARIO SANTO DOMINGO EL REAL

Espacio dedicado a promover la devoción a la Virgen mediante la divulgación del rezo del Rosario, como medio de contemplar y meditar los misterios de la vida de Nuestro Señor Jesucristo y asemejarnos a Él.


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miércoles, 19 de julio de 2017

Reto

Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              
    
LA SILLA COLGANTE

Hace tiempo que teníamos ganas de colocar en la huerta una silla-columpio que está hecha a base de nudos y preparada para colgarla de los árboles.

Salimos Sión y yo decididas a encontrar la rama adecuada para colocarla... y vimos una que parecía bastante robusta, así que fuimos a por todos los aperos para poder atarla de forma segura: escalera, cabos...

Tras unos minutos ya la teníamos colgada. Aparentemente estaba perfecta, pero, mientras la miraba, sentí una gran inseguridad, algo me quitaba la paz. Y enseguida nos dimos cuenta de que, al estar colgada sólo de una rama, ésta sostenía todo el peso. Podría suceder que la rama se quebrara, ocurriendo una gran desgracia, ya que caería sobre la persona que estuviera sentada en la silla...

Sin pensarlo dos veces, buscamos otra solución: repartir el peso entre dos ramas de dos árboles diferentes. Y así lo hicimos. Aquello ya era otra cosa, y volvimos a sentir la seguridad de que estaba bien colgado. Lo probamos y, efectivamente, ya no había peligro.

Sentada en la silla, contemplaba cómo nuestra vida también ha de estar colgada del tronco del amor. Pero, como la silla, también necesitamos dos ramas para sostenernos: el amor del Señor y el amor al prójimo.

Muchas veces me sucede que comienzo el día entregándome y deseando darme para amar a los demás, pero pronto noto que se me acaban las fuerzas, y es entonces cuando me doy cuenta de que estoy colgando sólo de una rama. Y, sin embargo, otras veces me quedaría todo el día en la capilla, apartada de todo y de todos, pero pronto siento que el Señor me empuja, me envía de nuevo a los hermanos, porque, si no, pronto comenzaría a mirarme sólo a mí misma, y esa rama también se rompería.

El Señor ha diseñado nuestra felicidad colgada de estas dos ramas. Y es que Cristo nos ha demostrado hasta qué punto está dispuesto a vivir colgado del Padre y de su Amor por nosotros: Él murió por nosotros en la Cruz, colgado de estas dos ramas.

Si sientes que tu vida se rompe, que te falta una pieza, quizá estés colgando sólo de una rama. Por eso, hoy el reto del amor es coger una cruz en tu mano y pedirle al Señor que te enseñe a vivir colgado de las dos ramas. No tengas miedo, no hay nada que perder. Si le das tu mano, Él te mostrará por dónde continuar.

VIVE DE CRISTO

  
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¡Feliz día!

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