Carta de María para ti, mujer
Una carta de Maria para una mujer, para ti, para mi, para todas... 
Autor: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net
Hola, mi querida hija del alma, que la paz del Señor esté contigo...
Mi
 corazón necesitaba escribirte estas simples líneas que, como pájaro de 
luz, lleguen de mi corazón al tuyo...le iluminen, disipen dudas y 
angustias, y te hagan caminar hacia tu verdadero destino : los brazos de
 mi Hijo... 
Sí, querida mía, tu verdadero destino, que no es 
muchas veces el que te propone el mundo y por el que tantos esfuerzos 
gastas olvidándote del negocio mas importante que tienes: la salvación 
de tu alma... 
Los problemas, mi querida, son todos camino hacia 
el Padre, el dolor, la angustia, la soledad... todo va modelando el alma
 de acuerdo a las respuestas que vayas dando... tú, seguro, me dirás: 
"¡Pero lo que a mi me pasa es tan duro , Señora!!!" Lo sé, hija, ¿acaso 
por un momento has pensado que no lo sé? Querida, si lloro con tus
lágrimas y río contigo sin que me notes a tu lado.... cómo no saber lo 
que siente tu alma, si yo misma lo he padecido... bien sé  lo que es el 
dolor, la soledad,  la traición..., pero también sé que todo eso, puesto
 en las manos del Padre, se transforma en camino de Salvación... 
Cuando
 yo vivía entre ustedes, meditaba todas esas cosas y las guardaba en mi 
corazón, las que comprendía y las que no, las que me alegraban y las que
 me lastimaban, como perlas de un collar incompleto que, lentamente, con
 el tiempo, iban tomando su verdadero lugar...
¿Sabes hija? Me 
gusta mucho caminar en los atardeceres, luego de un largo día de 
trabajo..., y me encantaría que hoy me acompañases... o mañana, o el 
sábado, aunque sé que estás un poco cansada... ¿cómo lo sé? Pues verás, 
estoy contigo cuando abres los ojos y miras
el despertador, tirano, que no te regala unos minutos mas, y debes 
levantarte rápido a preparar el desayuno del marido y los hijos, o el 
tuyo solo, o el de tu mamá.... mientras se calienta el agua te miro... 
te amo... luego, voy contigo a levantar los remolones que se empecinan 
en pelearse con el reloj.... te ayudo a vestirlos, te pongo a mano esa 
remera que no encontrabas... y me siento con ustedes a desayunar... me 
gusta como  preparas todo, el olorcito rico de tu cocina, luego debemos 
llevar los chicos al colegio, ir a trabajar para traer el sustento, o 
volver a casa a la rutinaria (¡pero hermosa!) tarea de mantener limpio 
el hogar... juntas vamos al supermercado y hacemos que alcance el dinero
 justito para el almuerzo... hasta a veces hago que te sobre una moneda 
para un dulce... el postre sorpresa de los hijos...
También 
lavamos la ropa, el piso, acomodamos todo para que el esposo y los niños
 encuentren ese remanso de paz que anhelan,
el olorcito a "su casa" que les volverá al alma cuando se sientan 
tristes, solitarios, nostálgicos... allí recordarán todas las cosas 
buenas que les enseñaste...
También estoy contigo en el trabajo, 
ayudándote, aconsejándote, pidiéndote que sonrías siempre, que trates 
bien a todos, ya que nunca sabes cuanto bien haces con una sonrisa... 
eres mi embajadora cuando sonríes, cuando eres amable, cuando 
perdonas... ¡¡cuando perdonas haces sonreír a mi Hijo!!!
Ya estamos a mas de la mitad de la jornada, extrañamos volver a casa ¿verdad?... 
Contigo
 corro a abrazar a los hijos, contigo me siento y les preguntamos juntas
 cómo les fue (aunque yo ya lo sé, porque los estuve cuidando por ti en 
el colegio, mientras jugaban, o cuando cruzaban la calle)
También
 te acompaño cuando debes darles una noticia triste, como que un
amigo o un primo enfermo ha partido hacia mi Hijo, estoy contigo para 
decirles que lo he abrazado fuerte, fuerte y le he llenado de besos 
cuando ha llegado aquí al cielo, que le tengo a mi lado y damos largos 
paseos por los jardines celestiales....
 Me gusta cuando les ayudas 
en la tareas, les hablas al alma, les acompañas a la catequesis ... a 
veces te veo preocupada porque parecen distraídos, no te preocupes, mi 
querida, tú sigue sembrando, que tuyo es el tiempo de siembra y de mi 
Hijo el de la cosecha...
 En fin, ya cae la tarde... ¿qué te 
parece si nos vamos juntas aunque más no sea hasta el almacén? Sí, dale,
 vamos a comprar el pan para la cena y así charlamos, sí, de eso que te 
tiene preocupada... ven, que tengo muchas ganas de tranquilizarte, de 
acompañarte, de abrazarte en silencio...
Vamos hija, vamos de paseo...
Desde el alma
Tu mamá
María de Nazaret
(Fuente: Susana Ratero, www.catholic.net). 
 

 
 
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